jueves, 22 de diciembre de 2011

Gracias.

Cada año que pasa me doy cuenta de que hay que pedirle menos cosas a la vida y agradecerle otras tantas. En estos momentos de fiesta, de vacaciones, me gustaría agradecerle a la vida:
El haber podido conocer tantas personas maravillosas, que me acompañaron todo el año, que me permitieron entrar en sus vidas, conocerlos, conocerme más con ellas, compartir nuevas experiencias y conocer nuevos lugares.
El que hayan seguido estando junto a mí mi familia, mis amigos y mis compañeros, los de antaño y los más recientes, los que me conocen y los que me descubren a cada momento.
El haber empezado mi carrera, mi futuro, lo que de verdad me gusta, lo que me apasiona, saber más, entender más, pensar y reflexionar más.
El formar parte de una comunidad de artistas, poder verlos crecer, aprender de ellos, disfrutar con ellos.
El poder seguir creciendo, como persona, como amigo, como compañero, como actor, como músico, como escritor, como artista, como estudiante, como trabajador; como todo aquello que me identifica, me une y me diferencia del resto.

Gracias a todos por hacer de mi vida lo que es, pido y rezo por todos ustedes, por un año aún mejor que el presente, por la felicidad y la paz de todos los que me brindan su amor y su gratitud. Felices fiestas y feliz 2012.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano.

"No soy de los que afirman que sus acciones no se les parecen. Muy al contrario, pues ellas son mi única medida, el único medio de grabarme en la memoria de los hombres y aun en la mía propia; quizá sea la imposibilidad de seguir expresándose y modificándose por la acción lo que constituye la diferencia entre un muerto y un ser viviente. Pero entre yo y los actos que me constituyen existe un hiato indefinible. La prueba está en que sin cesar siento la necesidad de pensarlos, explicarlos, justificarlos ante mí mismo. Ciertos trabajos que duraron poco son despreciables, pero otras ocupaciones que abarcaron toda mi vida no me parecen más significativas. En el momento de escribir esto, por ejemplo, no me parece esencial haber sido emperador."

martes, 1 de noviembre de 2011

Germinando.

El sueño fue realmente breve: nos encontrábamos en un tren, con vagones similares a los que se ven en la línea A del subte, con asientos y paredes de madera, lámpara de techo y puertas manuales. El tren estaba atravesando el borde de una montaña; lo sé porque a mi derecha se podía ver un amplio campo cultivado y parcelado muy por debajo de nosotros.
Nos dirigíamos a buscar un asiento, aunque el vagón estaba completamente vacío por lo cual no había necesidad. Yo la seguía desde atrás. Estábamos en medio del vagón. Ella tocó una de las barandas que enganchan el asiento con el techo pero no llegó a agarrase.
El tren tomó velocidad, hizo que nos tambaleáramos. Yo me mantuve pero ella perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. Yo previne aquél movimiento, me adelanté un poco y la tomé por los hombros, pero no pude evitar que chocara contra mi pecho. La cámara cambió de ángulo y se posó sobre mi hombro izquierdo para mostrarme mejor toda la escena.
Probablemente en mi sueño era más alto (o ella más baja) porque cuando volví en mí le llevaba una cabeza. Ella se volteó, despacio, hacia la izquierda, pero sólo con la cabeza, sin levantarla. Me miró a los ojos, luego a los labios. Lo último que llegué a ver fue cómo cerraba los párpados y me besaba.
Me desperté, recordando cada detalle del sueño. Al principio me pareció raro, me pregunté por qué ella. Hice algunas conexiones lógicas entre el sueño y la realidad, me reí un poco de mí mismo. Para cuando salí de casa ya no le daba importancia, pero nunca me percaté que desde ese día, algo comenzó a germinar dentro de mí.

jueves, 27 de octubre de 2011

Felices.

Ansiosos por lo que nos aguarda la misma espera,
deseosos por hacer sonar las alarmas de todos los autos y de tocar cada timbre para que la gente se contagie,
eufóricos porque es jueves, porque hace 19 grados de temperatura,
optimistas porque nuestras reglas son rectas y nuestros sexos funcionan,
regodeados de afanosos regocijos,
insaciables de júbilo sin estupor,
maravillados de que el verde no se caiga de los árboles,
atrevidos por cruzar las calles con los semáforos en amarillo,
dementes de pasión por sentir cómo la sangre circula en nuestras venas,
temerosos de rayar la locura de tanta alegría,
avergonzados de tener un pasado, pero orgullosos de que haya un mañana,
imposibilitados a detenernos por miedo a que se nos paren los pulmones, el cerebro, el corazón; corazón que se nos puede salir por la boca y explotar como una bomba, como fuegos artificiales,
sentir que somos capaces de hacer cualquier cosa y estar asustados por lo que somos capaces de hacer,
con ganas de morder el colchón con los dientes y destriparle el relleno como perros rabiosos,
pensar en la posibilidad de que la más mínima brisa nos ponga la piel de gallina,
contentos, por el simple hecho de estar vivos, vivos de verdad, vivos al fin.

martes, 18 de octubre de 2011

Aguas.

H2O
Aqua, water

¡Hagan agujeros para extraer agua!

Agua dulce, agua salada
Agua potable, agua contaminada, agua purificada

¡Dos gotas iguales de agua!

Agua fría, agua tibia, agua caliente
Agua helada, agua hirviente

¡Guarniciones de agua en todo el mundo!

“Agua turbia, agua clara”
“Aguafuertes porteñas” para matar el aburrimiento

¡Aguarde, aguatero! Y guárdeme un poco de agua

Agua destilada
Agua sólida (hielo), agua líquida (agua), agua gaseosa (vapor de agua)
Agua oxigenada para las manchas, aguarrás para la pintura

¡Aguas antiguas y aguas modernas!

Aguafiestas que nos arruinan el momento
Pájaros de mal agüero que traen mala suerte

¡Protegednos Ángel de la Guarda!

¿Agua de lluvia? ¡Pues paraguas para el aguacero!
Aguanieve durante el invierno
Agua fresca el agüita de rocío

¡Terminemos pasados por agua, pero no aguados!

¿Agua mineral, agua finamente gasificada,
agua tónica o agua saborizada?
Aguacate para saciar mi hambre y aguardiente para emborracharme de agua

¡Un agua al lado de otra, aguas contiguas!

Agua de las canillas, los bebederos, las fuentes, las cataratas, los mingitorios, las duchas y los inodoros

¡Aguante el agua!

Y sin embargo, tengo tanta sed…

martes, 11 de octubre de 2011

Poema para no ser leído en el tren.

El calor de los vagones en verano es insoportable. Las viejas que se quejan, se sofocan y se desmayan antes de llegar a sus destinos. Los borrachos que se gritan entre ellos de punta a punta. Los irrespetuosos que ponen música a todo volumen e incomodan a las mujeres. Los niños que lloran porque quieren bajarse para poder respirar.

Los cuerpos vestidos se aprietan en orgías implacenteras. En lugar de las suaves pieles de los amantes son las ropas y los bolsos quienes se rozan mientras se lastiman y se paspan. El sudor deja de ser consecuencia del amor para transformarse en marca de la disconformidad. Los ingenuos que vienen de afuera parecen querer sumarse a la fiesta mientras que los de adentro les restringen el paso.

Rostros agobiados que exigen una gota de aire piensan en agarrar lo primero que tengan a mano para romper una ventana y escapar de aquél infierno. Los oídos se tragan los auriculares, los ojos intentan ensuciarse de apuntes para no pensar, para no sentir el calvario.

La calma parece algo que puede perderse en cualquier momento. Cada estación es un suspiro y otra bocanada de oxígeno hasta la próxima. El aire acondicionado está, pero no se siente. Los vidrios se empañan deformando el paisaje.

¡Silencio!

Alguien se ha echado un gas. Por suerte llegamos a Retiro, pero aún nos queda el subte…

domingo, 11 de septiembre de 2011

Mickey con embolia.

Por aquella cerveza
que tiraste en mi cabeza
efervescía mi conciencia
y no podía pensar.

El doctor perimetreaba
alrededor de la plaza
buscando aquel agua
que cortara la sed.

En Sirá se ve que el tanque
no te dejó ver el ángel
por el cual tanto quejaste
y no podías parar.

Mientras Freud buscaba
y su cabeza hilvanaba
las memorias del perdido
que decidió retornar.

El anfitrión recordaba
los placeres de su infancia
recostado en la escalada
y deseando el dormitar.

Y mientras yo bromeaba,
el menor extrañaba,
el mayor se quejaba,
el anfitrión dormitaba
el doctor se secaba
Freud retornaba
los rulos se esfumaban
y los vecinos de la plaza
no podían dormir.


11 de septiembre de 2011, Plaza Vicente López y Planes, Olivos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Crítica de un crítico a otro.

Con motivo de la publicación de su nueva obra, deseo con todo mi ser aprovechar éste mi espacio sobre crítica literaria, con el objeto de poner en evidencia la verdadera clase de persona que es el señor Arturo Esteban Ponce.
Si bien debo admitir que su reciente producción acerca de “Los procedimientos digestivos: estudio sobre el estilo en los textos antropófagos del Brasil” será bien recibida por parte de la avant garde intelectual, mucho mérito le quita a su obra el hecho de que precisamente sea él su autor. Como bien estará informado el público, el señor Ponce ha adquirido su fama por medios oscuros, o por lo menos, opacos y poco conocidos.
La novela con la cual se insertó en el ámbito literario, “La comadrona”, y con la cual recibió el premio Lugones de literatura en 1987, es una ingeniosa y didáctica trama (la cual recibió muy buenas críticas por parte de la prensa y del público en su momento), su inicio como escritor profesional y material de lectura en las secundarias y universidades hoy en día. Si bien yo también reconozco la creatividad del autor, lamento informar a mis lectores que no es para nada original. Su argumento no sólo se asemeja a la novela del literato ruso Vladimir Mpköshinov, “La nodriza”, sino que también recicla varias de las leyendas y fábulas tradicionales de Siberia, lo cual me lleva a pensar que, aprovechando la falta de conocimiento de los lectores en materia de este tema, creó una falsa sensación de originalidad para su propio beneficio.
Para aquellos que son más apegados al señor Ponce, como lo es mi caso, podrán advertir tanto en su prosa como en su poética: el constante uso de fórmulas fosilizadas, de rápido y fácil acceso al vulgo; el recurso constante al plagio escondido tras una máscara de parodia; la utilización de temas banales y/o tabúes; entre otros. A modo de ejemplo, invito a cualquiera a que lea “Cómo decirle que no a la costillita” y que confirme lo que acabo de decir.
No solo su obra es de pobre y dudosa procedencia. También muchos rasgos de su personalidad y vida privada son deplorables. Yo he tenido el desagrado de compartir con él parte de su educación secundaria y terciaria y puedo decirles el tipo de sabandija con el que desperdicié años de mi carrera.
Siempre ocultaba sus malos hábitos detrás de altas calificaciones y buenos rendimientos académicos y artísticos. Era una persona “simpática”. Hacía amigos y caía bien a los maestros con el simple fin de aumentar su popularidad. Lo cierto es que detrás de su conducta intachable se ocultaban varios vicios de los cuales pocos éramos los que nos enterábamos, porque todo lo hacía de manera clandestina. Malgastaba su tiempo frecuentando antros de mala fama, derrochaba su dinero en mujerzuelas y bebidas, y su pasatiempo favorito siempre fueron los juegos de azar. Lo que es peor, estoy seguro de que hasta el día de hoy no ha perdido ninguno de estos malos hábitos.
Permítaseme decir que individuos como este no merecen más que ser apedreados frente a la plaza pública para que su castigo sirva de ejemplo para las generaciones venideras. El exilio sería apenas una reprimenda para el tamaño castigo que este hombre merece en realidad. No solo su obra, sino también su existencia deberían ser quemadas en la hoguera con el fin de remediar toda injuria e infamia proferida por su persona. Sin ningún tipo de sacramento, sin un último deseo. Borrar de la faz de la tierra toda huella que hayan dejado las suelas de sus zapatos o las yemas de sus dedos para así librar al mundo de este mal conocido como Arturo Esteban Ponce.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Andre Bréton, Primer manifiesto surrealista.

[...] El espíritu del hombre que sueña queda plenamente satisfecho con lo que sueña. La angustiante incógnita de la posibilidad deja de formularse. Mata, vuela más de prisa, ama cuanto quieras. Y si mueres, ¿acaso no tienes la certeza de despertar entre los muertos? Déjate llevar, los acontecimientos no toleran que los difieras. Careces de nombre. Todo es de una facilidad preciosa.
Me pregunto qué razón, razón muy superior a la otra, confiere al sueño este aire de naturalidad, y me induce a acoger sin reservas una multitud de episodios cuya rareza me deja anonadado, ahora, en el momento en que escribo. Sin embargo, he de creer el testimonio de mi vista, de mis oídos; aquel día tan hermoso existió, y aquel animal habló.
La dureza del despertar del hombre, lo súbito de la ruptura del encanto, se debe a que se le ha inducido ha formarse una débil idea de lo que es la expiación [...]

miércoles, 24 de agosto de 2011

¿Quién?

Soy yo,
el hijo pródigo,
el hijo prodigio
del amor de la soledad,
quien sobrevive,
que atestigua
su palabra
y la de nadie más.

¿Qué esperas
del solitario,
la solitud,
la soltud?

Hazte amigo
y se te aferrará
con uñas y dientes.
Hazle un gesto
y creerá que le agradas,
que le gustas,
que lo amas.

Pero el mismo,
el sigo,
consigo,
tan afectivo,
no perdona;
así que
no lo engañes
porque te espera
la horca.

martes, 23 de agosto de 2011

Oliverio Girondo, Ella.

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.

lunes, 15 de agosto de 2011

Fábula de Solus y Spes.

La diferencia entre mentir y tener fe, es que cuando mentimos queremos creer en algo que no es cierto; la fe, en cambio, es creer en algo que es incomprobable.


En algún punto de la historia del tiempo, en un manso lago, de lo que debía ser un solo ser nacieron dos hermanos. Primero nació Solus e inmediatamente después, Spes. Si bien Spes y Solus eran inseparables, tenían personalidades muy diferentes. Spes era alegre, inquieto y juguetón, mientras que Solus era tímido, callado y poco expresivo. A cualquier lugar donde fuera Solus, Spes lo seguía muy de cerca, sin perder rastro o palabra de su hermano.
No solo sus personalidades eran distintas, sino también sus sentimientos mutuos. Spes quería mucho a Solus; lo cuidaba, trataba de complacerlo y que nunca le faltase nada. Sin embargo, a Solus poco le importaba lo que hacía o dejaba de hacer su hermano.
Un día, cuando Solus se alejó un poco del lago, conoció a Amat. No podía creer que tan cerca de su hogar existiera alguien más que no fuera él o su hermano. Muy tímidamente y con mucha curiosidad, se acercó a Amat y comenzaron a hablar de manera muy animada como nunca antes Solus lo había hecho. Desde ese día Solus frecuentaba salir del lago para encontrarse con Amat y pasarse largas horas charlando de los animales, las plantas y las estaciones. Así pasaron los días, las semanas y los meses sin que Solus sospechara la ausencia de Spes.
Al cumplirse el primer aniversario desde que se conocieron, Solus fue a encontrarse con Amat como de costumbre, pero ella nunca apareció. Solus esperó durante todo el día hasta que se hizo de noche, hasta que volvió a hacerse de día, hasta que pasó una semana y hasta que pasó el invierno. Amat no volvió a aparecer y Solus creyó durante todo ese tiempo que fue por culpa suya. “Quizás haya encontrado a alguien más divertido que yo”, se decía a sí mismo Solus; “quizás no le agradaba; al fin y al cabo, ¿a quién podría caerle bien?”. Al pensar en esas palabras recordó a Spes. Se había dado cuenta de que había pasado todo un año desde la última vez que lo vio. Eso entristeció mucho a Solus; olvidarse de su único hermano, aquél que lo acompañó durante toda su vida, Solus fue muy egoísta después de todo lo que Spes hizo por él.
Corrió entonces de vuelta hacia el lago para reencontrarse con su querido hermano, para reconciliarse, para decirle que lo extrañaba, que lo quería y que nunca más se alejaría de su lado por un capricho. Pero cuando llegó, notó que nada ni nadie rondaba cerca del lago. Rodeo tres veces el lago, recorrió los alrededores y se trepó a los árboles más altos sin encontrar rastro de su hermano. Cuando ya había perdido toda esperanza de encontrar a Spes, lloró y lloró por largo rato sus desdichas hasta crear un pequeño río que desembocó en el lago donde ambos habían nacido. Al abrir los ojos, Solus vio en el charco el rostro de Spes.
-¡Spes! ¿Acaso estás dentro del charco? –dijo Solus.
-Yo siempre estoy detrás de ti, Solus; cada vez que lo desees –respondió Spes.
Aunque no podía ver a Spes, él siempre estaba a su lado. Cuando se dio vuelta, pudo ver el cuerpo entero de su hermano.
-¡Spes, creí que te habías ido! ¡Tenía miedo de no volver a verte nunca más! Me he comportado terriblemente contigo ¿Podrás perdonarme? Te prometo que nunca más me alejaré de tu lado.
-Te perdono, Solus. Pero no puedes prometerme eso. Algún día encontrarás a alguien más que cuide de ti y ese será el día en que nos separaremos para siempre. Pero recuerda, que cuando ese día llegue, yo seguiré vivo en tus actos y en tus sentimientos.
Desde entonces Solus valoró los esfuerzos de su hermano y esperaron juntos el día en que ambos volverían a ser uno.

jueves, 11 de agosto de 2011

Ser sin.

Un ser con falta de afecto cae en la soledad. Un ser con falta de cariño cae en la desesperación. Un ser con falta de amor cae en la paranoia, en decadencia, en muerte en vida. Como una rosa sin luz ni agua, como el fuego sin oxígeno, como un libro sin lector, un ser sin amor no es ser.

domingo, 31 de julio de 2011

Rapsodia de tristeza.

Qué triste es el paisaje que la ventana dibujó para tus ojos, bastante acorde a la estación y a tu estado de ánimo. La oscura noche abraza tus frágiles sueños mientras el sonar de una pobre rapsodia llena tus oídos. Una lágrima de sangre recorre tus pálidas mejillas que algún día fueron del color de la flor del cerezo. Frío el viento sopla contra el vidrio de tu ventana y te preguntas cuánto más durará el invierno sin mí.
Acurrucada en la cama, bajo una coraza de frazadas. Laméntate en silencio, doncella de la soledad. Reza por tu amado, que al día siguiente aún puedas mantenerte en pie y que el ocio no ocupe tus ratos libres en donde el diablo se oculta para atormentarte a diario.
Pídele un deseo a la luna con la esperanza de que se haga realidad, pero ten en cuenta que el milagro sólo se cumple una vez y puede que éste no vuelva a llamar a la puerta. Atenta, recuerda mis últimas palabras de adiós y evita que la melancolía invada una vez más tu corazón; porque la noche es traicionera y la razón puede hacerte perder la cabeza en un tifón de memorias de tiempos que fueron mejores.

domingo, 24 de julio de 2011

¿Por qué escribo?

Escribir me permite decir “te amo”, “los quiero”, “gracias”, “estoy triste”, “tengo una idea”. Leer es algo que me fascina, pero escribir me permite ser yo, de una forma que nunca antes fui. Poder hablar sin pelos en la lengua, sin miedo a los prejuicios, sin que me importe quien lo lea y quien no. Escribir deja con dudas al lector (“¿qué habrá querido decir?”, “¿le estará pasando algo?”, “en eso tiene razón”, “está loco”). Escribir me relaja, me… me gusta; como me gustan otras tantas cosas de la vida, escribir pasó a ser algo que no puedo dejar de hacer cada tanto. Escribo para mí, esperando un lector al cual poder regalarle un mensaje que lleve impreso los sentimientos de mi corazón.

jueves, 14 de julio de 2011

Tener más tiempo.

No escribo esto para que se compadezcan de mí, sino simplemente para espantar todos esos estúpidos rumores y calificativos que se me han atribuido a lo largo de mi vida. Pocos fueron los amigos que se enteraron de mi condición y aún menos aquellos los que quisieron creer en ella. Tanta palabrería absurda se dijo a mis espaldas, tanta sandez que no vale la pena refutar.
Si tuviera que eligir por donde empezar, empezaría por mi infancia. El parto fue natural; afortunadamente, sin mayores dificultades. Se me diagnosticó una arritmia cardíaca, taquiarritmia; fui puesto en tratamiento de inmediato pero los doctores no pudieron encontrar la causa (hasta el día de hoy inclusive). Dijeron que mi condición era muy delicada y que lo único que se podía hacer en momentos como esos era esperar. Lógicamente, pasaron años esperando mientras me sometían a revisiones semanales e inyecciones. Nunca antes se había visto un caso así; con un ritmo cardiaco tan acelerado y constante como el mío sospechaban que el corazón me iba a estallar en cualquier momento. A mis padres lo único que les deparó fueron gastos innecesarios y una vida de juegos tranquilos y sin sobresaltos (más allá de la bomba de tiempo que tenía por corazón).
Una vez en el jardín de infantes comenzaron a realizarme los típicos tests psicopedagógicos que tacharían mi conducta de antisocial, egocéntrico, hiperactivo y desinteresado. “Su condición es especial” esgrimirían mis padres como respuesta a todos mis desaciertos. Sin embargo, siempre fui un alumno muy aplicado y bueno en los deportes a pesar de que no prestaba atención y me dormía en clases.
Ya en la adolescencia era de andar solo. Si me integraban en algún grupo era solo para llamar la atención o para que se mofaran de mí. Mis gustos se perfilaron mucho en esos años: me hice amante de la música y de la literatura, deseché prácticamente todo producto de la tecnología y me avoqué a mis pasiones, el violín y las letras. Fue en estos años en los que me di cuenta que algo andaba mal conmigo además de mis problemas cardiacos y mi falta de interés; algo que lo englobaba todo y de lo que ni médicos, ni psicólogos, ni mis padres se percataron. Mi cuerpo, mi organismo e incluso mi manera de percibir las cosas eran diferentes al resto. Años pasé preguntándome porqué la gente hablaba, caminaba y hacía todo de manera tan lenta y tediosa. Uno podría preguntarse cómo es posible que no me haya dado cuenta antes de algo así, pero es algo normal si se lo pone a pensar. Si nadie le dice al ciego que los ojos son para ver o al sordo que los oídos son para oír, no es raro pensar que si nadie me dice que mi percepción del tiempo está más ralentizada que la del hombre promedio, yo no me entere hasta mis primeros veinte años de vida.
Esto es sólo una hipótesis, otra opción sería pensar que todos me están jugando una mala broma muy bien elaborada, pero confío en que no le intereso tanto a la gente como para realizar tamaña empresa. Tampoco quiero visitar médicos, ya tuve toda una tortuosa infancia sin que pudiesen encontrar algo malo en mí (y no creo que los avances de la ciencia puedan ayudarme).
Para aquél que piense que mi manera de existir es una virtud, temo decirle que es una carga intolerable. He hecho ciertas investigaciones sobre mi persona que creo le resultarán útiles al lector para hacerse una imagen de mi condición. En primer lugar, calculo que mi percepción del tiempo ronda entre los 1.8 y 2 segundos por segundo “normal” (espero que nadie a esta altura niegue que el tiempo es relativo), por lo que un día de su vida equivaldría a dos días míos aproximadamente. Este simple cálculo explica varias cosas, como mis cuatro horas de sueño nocturno, mi fatiga de las tardes, mis constantes desórdenes alimenticios y mis frecuentes visitas al baño. Otra peculiaridad que noto en mí es que el proceso de envejecimiento de mi cuerpo es el mismo que el de un ser humano normal, lo cual reafirma mi suposición de que “lo mío” se debe a algún tipo de trastorno nervioso o neuronal.
Fue muy duro para mí tratar de insertarme en la vida social. Las relaciones que entablé nunca fueron duraderas, mis noviazgos no fueron prósperos, mis trabajos de oficina me resultaban agotadores y eternos, todo intento de mantener un mínimo de concentración en una película, en una clase o en una conversación fue en vano. Me aburría y me cansaba de esperar. Me resigné a la vida de ermitaño que me tocó en suerte. Trabajo en casa haciendo correcciones para diarios y editoriales, gano bien, trabajo cuando quiero (porque mis tiempos no son los suyos) y aprendo mucho. Me considero buen músico, pero las cuerdas de mi violín no duran mucho por la fricción así que practico poco y gran parte de mi sueldo lo empleo en reparaciones y libros.
No quiero que mi confesión haga sentir culpable a más de uno ni pena por mí. He vivido una buena vida y creo que la decisión que tomé es la acertada. Podría vivir ochenta años mortales pero, ¿En qué los emplearía? ¿En adquirir más conocimientos de los que ya tengo? ¿En trabajar hasta el hartazgo para tener más plata? ¿Y después qué? Estoy convencido de que cuarenta y dos años de vida fueron suficientes para mí; me los dediqué enteros a conocerme, a preguntarme, a cuestionarme, a pelearme y a reconciliarme. Solo espero, al menos, que el recuerdo de lo que fui sea más grato de lo que me deparó la vida.

sábado, 25 de junio de 2011

Libérame.

¿Serás tú la libertad que me librará de la rutina? ¿Serás tú quien cambiará mis noches de sufrir, mis pesadillas por dulces sueños? ¿Lograrás que pueda ver el mundo nuevamente, con los ojos de un recién nacido?
Quítame éstas cadena con grillete y llévame lejos, muy lejos de aquí, al menos en alma y mente. Permíteme pensar en ti, sé dueña de mis imaginarios y realidades.
Estoy agotado del itinerario, cansado de esta absurda repetición donde nadie sede, de repetir una y otra y una y otra vez el mismo sainete.
Tengamos contacto, al menos un segundo, para que mi corazón se olvide de la ética y la moral. Que el bien y el mal no sean cosas por las cuáles debamos preocuparnos ahora. Y que nuestro abrazo infinito sea la única verdad importante.

domingo, 12 de junio de 2011

Efecto mariposa.

Una palabra tuya bastaría para captar mi atención. Una sonrisa tuya bastaría para alegrarme el día. Un chiste, un cumplido, un halago o una excusa; solo un gesto tuyo daría vuelta mi mundo, haría que no pueda pensar en otra cosa que no sea en vos, te haría la culpable de mis noches en vela, de mis versos y mis prosas.
Todavía estoy esperando el día en que el simple aleteo de una mariposa despierte estos sentimientos en mí, de nuevo.

lunes, 6 de junio de 2011

Consecuencias de enviar una simple carta.

Un simple trozo de papel escrito no es más que un simple trozo de papel escrito y un simple sobre no es más que un simple sobre. Pero, ¿qué pasa si ubicamos ese simple trozo de papel escrito dentro de ese simple sobre? ¿Y qué pasa si mojamos levemente con nuestra lengua los bordes adhesivos de ese simple sobre? ¿Y qué pasa si cerramos con muchísimo cuidado y delicadeza ese simple sobre? Eso, damas y caballeros, se convierte en una carta.
Pero es posible que esa carta no sea enviada a tiempo; o peor aún, que nos hayamos confundido de sobre; o peor aún, que hayamos confundido el contenido de ese sobre y que esa carta haya llegado al destinatario equivocado y que el fin con el que se haya enviado la carta no llegue a realizarse y así que hayamos tirado años y años de duro esfuerzo a la basura por un simple error cometido por un simple descuido por parte de nuestra incompetencia y que tengamos que rogar a nuestro jefe mil disculpas por ese simple inconveniente que le costó a la empresa millones de dólares al no haber podido concretarse un simple contrato multinacional y que seamos arrojados a la simple calle sin más que con una simple caja de instrumentos de oficina y el simple embargo de nuestra casa.
Es por eso, entre otras cosas, que se debe ser precavido cuando un simple trozo de papel escrito deba ser puesto dentro de un simple sobre.

domingo, 22 de mayo de 2011

Haiku

La espada se oxida,
desenvainada.
Ha perdido su funda.

Mis armas ya no sirven.
Solo quedamos yo
y mis pensamientos.

Aunque no la veas,
la luna vela
por nosotros dos.

Me acuesto,
todas las noches,
recordando tu tibio regazo.

Me caigo,
pero se que con tu ayuda
volveré a estar de pie.

Mojo mis pies en el mar
mientras siento que
el viento me trae tu recuerdo.

Aunque te ignore,
tu serás la dueña
de mis ojos.

Aunque esté oscuro,
levanta tu mirada
que ella te guiará.

Oigo aquella melodía,
mientras mi café amargo
se enfría.

Hago el esfuerzo,
pero veo que la meta
nunca se acerca.

Me veo rendido,
pero sé que en algún lugar
alguien me espera.

domingo, 15 de mayo de 2011

Atribuído a Jorge Luis Borges, Instantes.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.



Nosotros todavía estamos a tiempo...

jueves, 21 de abril de 2011

Un Corazón.

Un corazón roto no puede arreglarse. Un corazón solitario no puede acompañarse. Un corazón enfermo no puede curarse. Un corazón frío no puede calentarse.
Pero un corazón roto puede acompañar a un corazón solitario, como un corazón solitario puede curar a uno enfermo, así como uno enfermo puede calentar a uno frío y uno frío puede arreglar a uno roto.
Porque el mundo está lleno de corazones rotos, solitarios, enfermos y fríos, así como de corazones enteros, solidarios, sanos y cálidos. Existen corazones en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.

lunes, 18 de abril de 2011

Escala.

Si mi lado redo sila la dofa,
si la sila redofa la dola remifa,
si la sisila remisila la solsidorefa,
soldo, sollasido, mi fala solfare.

viernes, 15 de abril de 2011

Noches sin sueño.

Noches de luna,
noches de lluvia,
me he aferrado a las sábanas
pronunciando el nombre de María,
recordando recuerdos que no fueron más que fantasías.
Y ahora, lo único que me queda de ti
es tu imagen, eterna, congelada en la memoria.
¿Sabés lo que es susurrar por las noches un nombre?
¿Sabés lo que es morder la almohada y llorar de la impotencia?
¿Sabés lo que es que te busquen en las estrellas?
¿Sabés lo que es ser sincero con tus sentimientos,
entregarlos y recibir sólo silencio e indiferencia?
Cometemos errores al amar,
porque amamos como lo hacen los niños.
Cuando la carga se hace tan pesada que el cuerpo no puede soportarla
estalla como lo hace una bomba, como lo hace un sueño.
El anhelo se escapa, la fantasía desaparece.
La verdad, la confesión nos libera dejando sólo un vacío.
Ese vacío que se suponía tú ocuparías y que deberá ocupar alguien más.

domingo, 20 de marzo de 2011

Claro de luna.

Me siento sobre los escalones de la puerta de mi casa mientras contemplo el cielo nocturno. Dejo que la tranquilidad y la paz de la noche me llenen. La atmósfera es tan clara y suave, todo lo tiñe la hermosa luna llena de un blanco azulado. Fijo me quedo mirándola y me pregunto si tú también puedes verla donde quieras que estés. Una figura sin rostro, un cuerpo sin nombre; sé que aún no te conozco, pero también sé que estás allí. En mis sueños, en mis acciones, dueña de mis esperanzas y mis metas, de mi prosa y de mis versos. Esa misma luna será testigo de nuestro amor algún día; la misma que escucha mis rezos, la misma que renueva mi fe. Seré paciente una vez más; por ti, por nosotros.
Búscame tú también, te lo pido. Soy el chico de ojos tristes y sonrisa melancólica, aquél que siempre te mentirá para no preocuparte, aquél que te dará la fuerza necesaria para no desistir, aquél que jura renunciar a tu amor antes de hacerte daño. Luna, sé guía y juez de mi amor, aquél que aún no puede ser pronunciado, pero que el tiempo transformará, algún día, en el presente de dos amantes.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Obstáculos.

Cargo en mis hombros el mundo de más de una persona
y esperan que tome decisiones que se ajusten a sus conveniencias.
Porque lo que importa es el tiempo que ellos ganan
y no el tiempo que me hacen perder.

Disculpa si tropiezo con cada piedra,
pero no soy yo quien las pone en el camino.
Disculpa si te pregunto mil veces lo mismo,
pero o soy yo el que no te entiende o tú no sabes explicar.
Disculpa si no encontraste en mí lo que buscabas,
eres libre de seguir tu rumbo.
Pero no me pidas que sea otra persona,
no me pidas cosas que no puedo cumplir,
no me pidas que cumpla con expectativas que son tuyas.

Si mi barco se hunde,
vaciaré la cubierta con mis manos hasta tocar puerto.
Si mi castillo de naipes se cae con tu brisa,
pues levantaré una muralla alrededor para que no lo toques.
Si la ventana se cierra frente a mis narices,
partiré el vidrio con los puños y saldré por el otro lado.
Porque no puedes cambiar mi futuro,
no puedes torcer mis decisiones,
no puedes lograr que me arrepienta,
ni destruir lo que he logrado hasta ahora con mi sudor y lágrimas.

Volveré.
Me haré más fuerte,
más inteligente,
más astuto,
y superaré cada obstáculo
para que el día de mañana,
el sueño que quiero lograr se haga realidad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Amigo mío.

Amigo, no dejes que la vida te intimide;
si ella corre más rápido que tú, pues deja que se adelante un poco.
La tortuga vence a la liebre
más por su paciencia y constancia que por su esmero.

Deja de ejercerte presión, amigo mío;
agarra tu reloj y estréllalo contra la pared,
ponte al lado de un tren y grita más fuerte que él,
hasta que tus cuerdas se rompan y sangren.

Para de sufrir ese mal de amores,
que el cuerpo se acostumbra y ya no puede vivir sin él.
Encontrarás a alguien que te quiera en el futuro,
mientras tanto aférrate a mi hombro
y cantémosle a las estrellas con la voz quebrada.

¿Dónde quedó tu pasión, mi amigo?
Abre el baúl de tu alma, quítale el polvo
y exprímele hasta la última gota de talento.
Barniza tu opaca existencia y lústrala diariamente.

Por último cuéntame un chiste, viejo amigo;
devuélvele la sonrisa a tu rostro,
ríete de tu desgracia,
mófate de la sociedad,
búrlate de los noticieros,
escupe sobre los diarios,
y utiliza la Constitución y la Biblia como papel higiénico,
porque el único mandamiento que Dios creó para el hombre
es que éste sea feliz.

jueves, 24 de febrero de 2011

Ciencia.

A los hombres nos sobran inspiraciones,
a los hombres no nos faltan musas.

Creés saberlo todo de mí,
pues te llevarás una gran sorpresa.
Tienes la oportunidad de conocer
la faceta que nadie ha visto de mí hasta ahora.
Entonces, ¿porqué no aprovechar la oportunidad?
Déjate alcanzar por la curiosidad,
empleá tu tiempo en descubrirme.
Déjame comprobar mi teoría,
quiero ponerla en práctica contigo.
Inventemos una ciencia que se ajuste a nuestras leyes,
escribamos nuestras memorias para futuras generaciones,
y dejemos impregnado en la historia del mundo
el tiempo en que tú y yo tardamos en conocernos.

domingo, 20 de febrero de 2011

Sin que lo sepas.

Desearía ser más transparente o más osado,
para que mis sentimientos lleguen hacia ti.

Como en una estrategia de guerra,
muevo las fichas sin retorno.
como en un juego de ruleta,
las tengo todas puestas en ti.

Creí que tú me librarías de mí mismo,
creí que el tiempo y mi fe me recompensarían,
el tiempo es el peor enemigo de los pacientes,
y la fe esperanza a los necios.

Todos los días rezo una plegaria con tu nombre,
que nunca te llega,
que nunca oyes.

Antes me conformaba con el anonimato,
pero aspiro a más que eso,
como hombre hecho de carne y huesos,
quiero ser tuyo y vivir mi vida contigo,
hasta que el tiempo marchite el amor que hoy siento por ti,
o hasta que nuestros cuerpos no puedan contenerlo más.

martes, 8 de febrero de 2011

Ensayo sobre Un Marido Ideal, de Oscar Wilde.

Los siguientes fragmentos pertenecen a la obra de teatro Un Marido Ideal (1895) de Oscar Wilde. Para los amantes del teatro y del escritor inglés recomiendo su lectura; sin embargo, deseo resaltar varios aspectos acerca del amor que discute en la misma. Espero que el lector no haga caso omiso a las referencias (hoy en día) machistas del escritor, que comprenda que los roles de hombres y mujeres corresponden al lugar y la época en los que transcurre la acción y que mi crítica alcanza a ambos géneros.
A continuación, el primer diálogo corresponde al final del segundo acto donde Lady Chiltern se entera del origen deshonesto de la fortuna que ha generado su marido. Sir Roberto trata de convencer a su mujer de que eso fue un pecado de su juventud, pero que ha cambiado y ya no es el joven ambicioso que solía ser. Sir Roberto había sido chantajeado por otra mujer a cambio de no divulgar el origen de su fortuna al ámbito público, de allí el haberlo ocultado a su mujer y el haber sucumbido al pedido de su extorsionadora:

LADY CHILTERN.- (Le rechaza extendiendo los brazos.) ¡No, no; no hables! No digas nada. Tu voz despierta en mí terribles recuerdos; recuerdos de cosas y de palabras que me hicieron amarte; recuerdos que ahora me dan horror. ¡Cómo te adoraba! Eras para mí algo extraño a la vida vulgar: un ser puro, noble, honrado, intachable. El mundo me parecía más hermoso porque tú habitabas en él, y la bondad más verdadera porque existías tú. ¡Y ahora...! ¡Oh! ¡Cuando pienso que he hecho de un hombre como tú mi ideal, el ideal de mi vida!...

SIR ROBERTO CHILTERN.- Esa fue tu equivocación. Ese fue tu error. El error que cometen todas las mujeres. ¿Por qué vosotras las mujeres no nos podréis amar por entero, con nuestros defectos incluso? ¿Por qué nos colocáis sobre monstruosos pedestales? Todos tenemos los pies de barro, lo mismo las mujeres que los hombres; pero cuando nosotros, los hombres, os amamos, lo hacemos conociendo vuestras debilidades, vuestras locuras y vuestras imperfecciones. Os amamos más aún quizá por esa misma razón. No son los seres perfectos, sino los seres imperfectos, los que necesitan amor. Cuando nos hemos herido con nuestras propias manos o cuando hemos sido heridos por manos ajenas, es cuando el amor debiera aportarnos sus cuidados. Sin eso, ¿para qué serviría el amor? El amor debía perdonar todos los pecados, excepto un pecado contra el amor mismo. El amor verdadero debía tener perdón para todas las vidas, excepto para las vidas sin amor. Y así es el amor del hombre. Es más grande, más amplio, más humano que el de la mujer. Las mujeres se imaginan que hacen ideales de los hombres. Únicamente hacen de nosotros falsos dioses. Tú has hecho de mí tu ídolo engañoso, y yo no he tenido el valor de bajar del altar a mostrarte mis heridas y a confesarte mis flaquezas. Temí perder así tu amor, como acabo de perderlo en este momento. Y, de ese modo, anoche destruiste la vida para mí; sí, la destruiste. Lo que esa mujer me pedía no era nada al lado de lo que me ofrecía. Me ofrecía la seguridad, la paz, la estabilidad. El pecado de juventud, la falta que yo creía enterrada, se ha levantado ante mí horrible, odiosa, con sus manos sobre mi cuello. Hubiese podido matarla para siempre, reintegrarla a su tumba, destruir sus huellas, quemar el único testigo que podía declarar contra mí. Tú me lo has impedido. Nadie más que tú, como sabes. Y ahora, ¿qué me espera? El deshonor público, la ruina, la vergüenza, las befas del mundo, una vida infamante en la soledad, y quizá, algún día, la muerte en una soledad deshonrosa... ¡Que las mujeres no se forjen más ideales de los hombres! ¡Que renuncien a colocarlos sobre un altar y a prosternarse ante ellos, pues de otro modo pueden destrozar otras vidas tan por completo como tú -tú, a quien he amado apasionadamente- has destrozado la mía!


Un error, el más importante que Lady Chiltern comete en toda su vida, es pensar que su marido es un ser intachable, correcto, justo, libre de vicios, pecados y malos hábitos. El amor a veces crea la ilusión de que el ser amado es un ser perfecto, que no comete errores, que no tiene defectos y, por sobre todo, que no nos puede herir. Ponen al amante en un pedestal, lo idolatran. Aquella ilusión es la que luego, a la hora del fraude, nos hace sentir engañados, traicionados, cuando somos nosotros mismos los que nos hemos formado una imagen errónea del otro. Como dice Sir Roberto, el amor no es entre seres perfectos, sino entre los seres imperfectos. Amar al otro con sus defectos y virtudes es no defraudarnos cuando el otro comete una falla, sino aceptarlo.
Luego de la aceptación de los errores viene lo más difícil y lo más importante: el perdón. Si pecar es humano, perdonar es divino; el perdón es el regalo más preciado que podemos brindarle a la persona amada. Siempre y cuando, como dice Wilde, “El amor debía perdonar todos los pecados, excepto un pecado contra el amor mismo. El amor verdadero debía tener perdón para todas las vidas, excepto para las vidas sin amor”. El error hecho con maldad no tiene porqué recibir perdón; el pecador sin amor no lo merece. Quizás sea un poco fuerte este pensamiento, quizá sí se merezca el perdón, pero no el olvido. Es cierto que no hay peor dolor que el que nos pueda ocasionar una persona amada, pero es culpa nuestra por venerar a un ser imperfecto o por amar a una persona que no sabe amar, de lo contrario no habría sufrimiento.

El segundo diálogo corresponde al final del cuarto acto donde Lady Chiltern convence a su marido de que lo mejor que puede hacer para redimirse de su pecado es renunciar a la política, medio que utilizó para crear su fortuna. Lord Goring, íntimo amigo de Sir Roberto, por su parte, persuade a Lady Chiltern de que sacar a Sir Roberto de la vida pública es robarle su capacidad de amar.

LORD GORING.- Concentrando toda su energía, como preparándose para un gran esfuerzo, y dejando transparentar al filósofo bajo las apariencias del «dandy».) Permítame, lady Chiltern... Me escribió usted anoche una carta diciéndome que tenía confianza en mí y que necesitaba mi ayuda. Es ahora, en este preciso momento, cuando necesita usted mi ayuda; es en este preciso momento cuando tiene usted que confiar en mí, en mi consejo y en mi opinión. Ama usted a Roberto. ¿Quiere usted matar el amor que siente por usted? ¿Qué clase de vida será la de Roberto si le arrebatara usted los frutos de su ambición, si le saca usted del esplendor de una gran carrera política, si le cierra usted las puertas de la vida pública, si le condena a un fracaso estéril a él, que está hecho para el triunfo y el éxito? Las mujeres no deben juzgarnos, sino perdonarnos cuando tenemos necesidad de perdón. Su misión debe ser el perdón y no el castigo. ¿Por qué le castiga tan duramente por una falta cometida en la juventud, antes de conocerla a usted, y antes que se conociera a sí mismo? La vida de un hombre tiene más valor que la de una mujer. Alcanza mayores resultados y tiene más vastas finalidades y ambiciones más grandes. La vida de una mujer muere en una órbita de emociones. La del hombre avanza por las vías de la inteligencia. No cometa usted una terrible equivocación, lady Chiltern. Una mujer capaz de conservar el amor de su marido y el que ella sienta por él ha cumplido todo lo que el mundo le exige, todo lo que el mundo debía exigir a las mujeres.

LADY CHILTERN.- (Turbada e indecisa.) Pero ¡si es él mismo el que desea retirarse de la vida pública! Comprende que ese es su deber. Ha sido el primero en proponerlo.

LORD GORING.- Antes que perder el amor de usted, Roberto haría cualquier cosa, y destruiría su noble carrera, como está a punto de hacerlo en este momento. Siga usted mi consejo, lady Chiltern, y no acepte un sacrificio tan grande. Si lo hiciera usted, se arrepentiría amargamente toda su vida. No estamos hechos ni hombres ni mujeres para aceptar mutuamente tales sacrificios. No somos dignos de ellos. Además, Roberto está ya bastante castigado.

LADY CHILTERN.- Estamos castigados los dos. Yo le había colocado demasiado alto.

LORD GORING.- (Con un tono de profunda convicción en la voz.) No vaya usted ahora a colocarle, por lo mismo, demasiado bajo. Si se ha caído de su altar, no le arroje usted al barro. La retirada política sería para Roberto como el barro mismo de la vergüenza. El poder es su pasión. Lo perdería todo, hasta la facultad de sentir amor. La vida y el amor de su marido están actualmente en manos de usted. No acabe con los dos del mismo golpe.


Es claro lo que Lord Goring quiere decir: quitarle a un hombre lo que le apasiona es quitarle su capacidad de amar. El amor no es sacrificio en el sentido de darlo todo por la persona amada. El sacrificio es un ejercicio que se debe realizar para demostrar la importancia del otro en la vida de uno. Si el sacrificio se vuelve rutinario, pierde esa particularidad que lo hace especial y que demuestra el cariño y el afecto que se tienen los amantes. Sacrificarse no es entregarse de lleno, en su totalidad al otro, ya que uno pierde su ser para ser un esclavo de la voluntad ajena.
Amar no significa solo brindar, otorgar, dar, sino también ser y dejar ser al otro, hacer lo que nos gusta, no sentirnos oprimidos por los deseos del otro. Privarnos de lo que nos gusta, de lo que nos da placer, es perder el amor hacia nosotros mismos. Para amar a los demás, es necesario amarnos a nosotros. Un cuerpo que no se alimenta correctamente, no puede alimentar a los otros. Con la privación se pierde la capacidad de amar; con la pérdida de la capacidad de amar se genera un estado de odio y rencor a las personas amadas, logrando así el efecto contrario al buscado.
En resumen, para aquellos que leyeron y comprendieron mi mensaje:
Amar es amar a un ser imperfecto, con virtudes y defectos;
Amar es perdonar a un ser que ama;
Amar es sacrificio, sin sacrificar el propio ser;
Amar es amarnos a nosotros mismo para así poder amar a los demás.

jueves, 3 de febrero de 2011

Canción de la beluza.

La beluza tiene cabeza,
una colita,
patas bien gruesas.

La beluza anda despacio,
mira ambos lados,
salta bien alto.

La beluza salta y no repta,
hace ruiditos
con sus orejas.

La beluza, un bicho raro,
canta bajito,
susurra despacio.

La beluza come parada,
se acuesta en su nicho,
no duerme nada.

La beluza no tiene frío,
cuando es invierno
usa un abrigo.

La beluza pica o muerde,
aunque sin dientes,
lo hace muy fuerte.

La beluza, inteligente,
miente con maña,
es ágil de mente.

La beluza come picante,
con chimichurri,
ají y vinagre.

La beluza, con un sorbete,
se toma el néctar
de los claveles.

La beluza no es venenosa,
no pone huevos,
es mi mascota.

martes, 1 de febrero de 2011

Pablo Neruda, 5º poema de amor.

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Ser artista y argentino.

A la vuelta de mi departamento, entre las calles 39 y 40 sobre la primera (porque allá en Las Toninas las calles están enumeradas), un paisano canta todas las noches chacareras, gatos y zambas. Se hace llamar el Chango Sanjuanino, dice tener mail y Facebook; bastante moderno el gaucho. Va con su guitarra, sus botas, su bombacha, su chaleco, su sombrero y su botella de agua (sólo toma vino tinto en los asados, afirma). Rondará por los cincuenta años, canta como los cantantes de folklore, los de verdad, no como un Nochero o un Luciano Pereyra; cuenta chistes, anécdotas y aros. Cuando pasan un recital de Cosquín por el siete no lo veo porque se me hace insoportable, pero cuando escucho a alguien cantar en vivo me quedo porque me gusta esa conexión más reducida que multitudinaria.
La noche del 23 de enero de 2011 (era su primera temporada en Las Toninas, empezaba a tocar a las 22.00 y terminaba a las 00.30), se armó un lindo baile el cual encabezaba una chica (que parecía saber del tema) y el que supuse era su novio y una señora con su hijo. Se fueron sumando parejas, yo inclusive bailé tres chacareras con una señora y una con una nena, pero la que me llamó la atención era la chica del principio. Soy malo para adivinar la edad pero me atrevo a decir que tenía entre dieciséis y dieciocho años, piel morena de varios días al sol, menudita pero con carnes, nada de escuálida, pelo recogido, remera rosa tirando a fucsia, shortsito blanco con pliegues de pollera (parecía que tenía una pollera blanca sobre el short) y ojotas. La vi desde el principio y me quedé fascinado, habrá bailado más de veinte canciones entre chacareras simples, dobles, gatos y zambas con pañuelo y todo, con su “novio” y tres chicos más (entre los cuales uno se notaba que había aprendido a bailar pero lo hacía de una manera muy exagerada para mi gusto).
La muchacha ya de por sí (permítanme decirlo) era bonita; morocha, petisita, de ojos chicos y sonrisa tierna, pero lo que me cautivó fue su forma de bailar. En cuanto empezó la primera canción se sacó las ojotas, el “pico de loro” como yo le digo a esas pinzas para el pelo y se puso a bailar con una gracias y una delicadeza que parecía una china de pies a cabeza. El viento típico de las noches en la costa le mecía el pelo y los pliegues de la pollerita dibujando los movimientos que hace la paisana al girar en círculos; las piernas y los brazos los movía invitando a su compañero al baile y nunca bajaba la mirada ni borraba la sonrisita de la cara. La pasión y el gusto con el que bailó no tiene nombre, es la simple expresión que tiene el artista de demostrarle a los demás de qué está hecho, que para eso es bueno y que lo lleva en la sangre.
Al terminar la noche, el Chango felicitó a la juventud que todavía (al menos algunos) saben cuáles son sus raíces y no se avergüenzan de demostrarlo. Quedé realmente satisfecho, primero por haber encontrado una china para bailar, y segundo por haber presenciado a esa chica hacer lo que de verdad sabe hacer y, aún más importante, le gusta de alma.
Dos cosas quiero rescatar de esta noche. Una vez mi profesor de teatro me dijo que no hay que limitarse a saber hacer algo, hay que saber, al menos, un poco de cada cosa (se refería en tema de danza y música). Pues bien, agrego algo más a esa afirmación: hay que saber un poco de cada cosa, en todos los rubros y sobre toda temática, estar abierto a nuevas experiencias y formas de pensar, pero, por sobre todas las cosas, saber algo, lo mínimo e indispensable, de nuestra cultura y nuestras tradiciones. Los argentinos, con la suerte de haber nacido como una nación en una región latinoamericana, somos ricos andanzas, música, instrumentos, leyendas e historia. Sin ir más lejos el folklore y el tango. Recuerdo que en séptimo grado la profesora de música nos hizo un examen sorpresa para ver cuánto sabíamos de nuestra cultura; el resultado fue desastroso, nadie sabía el nombre de un tango. Desde entonces crecí mucho en materia cultural, no paro de cantar tangos famosos y me he acercado al folklore de la Sole, entre otros. Mi primera objeción es que conocemos mucho al extranjero, nos confundimos con él, pero nos olvidamos de nuestras raíces, los jóvenes más que nadie, y eso es algo imperdonable, triste y trágico, algo que no se debería permitir.
Mi segunda conclusión: cuando estoy en pleno proceso de preparación para una obra, a veces me da fiaca tener que estudiarme el texto, ensayar, hacer la escenografía, hasta le tomo bronca; pero todo eso cambia cuando me subo al escenario y muestro al público mi trabajo y mi esfuerzo, mi pasión, la mía y la de mis compañeros. Después de varias funciones empiezo a aburrirme, se torna repetitivo y me pongo ansioso por empezar una obra nueva. Al pasar los años miro hacia atrás las funciones que realicé y los recuerdos que con ellas llegan a mi memoria, el placer con el que las hice y me emociono por repetirlas algún día y mejorar mi papel. Ese placer, esa satisfacción por el buen trabajo realizado y el esfuerzo propio es el que vi en esa chica esa noche que bailó y el que veo en el Chango todas las noches cuando canta. Esa es la alegría del artista, no que lo aplaudan un millón de personas o llenar un Monumental; mientras haya una persona que valore su esfuerzo y haga lo que le apasione, el artista siempre se sentirá complacido.

lunes, 31 de enero de 2011

Mujeres.

Durante una de mis caminatas diarias por la playa, en el trayecto Las Toninas – San Clemente, escuché a alguien desde el parador (y por el amplificador) decir “qué seríamos los hombres sin las mujeres. Puede que esa frase haya sido la que desencadenó mi angustia (o sería nostalgia) aquél día.
Esa misma tarde, una amiga me había mandado un sms por segunda vez para ver cómo andaba. Una amiga de la infancia, una hermanita para mí; sería por temor a que estuviese con su novio y despertarle celos que no le mandé ninguno durante mi viaje, o por vagancia, las excusas nunca están de más. Días antes no me aguanté más las ganas y llamé desde la playa a otra amiga, una que quiero mucho, la respeto, aprendo cosas de todos los rubros, inclusive a ser mejor persona, ella ya es adulta (33) pero pareciera que cuando estoy con ella las diferencias no importan. En este viaje compartí todo mi tiempo con mi mamá: cenando, leyendo, haciendo crucigramas; el hecho es que por primera vez en 19 años me senté con ella y compartí unos mates.
Cuando me pongo a pensar en el rol que juegan las mujeres en mi vida me sorprendo. Los muchachos son con los que bromeo, me peleo, juego y apuesto, salgo y tomo, incluso con mi papá hablo de las mismas cosas de las que hablo con mis amigos o con cualquier compañero o conocido varón. Pero las mujeres son diferentes, tengo otro trato. Con algunas hablo de literatura, con otras de animé, con otras de política, de ciencia, de dudas, de certezas, de sentimientos, de la vida. Pero otra cosa que noto, lo más importante quizás, es que con las mujeres puedo escuchar lo que otra persona tiene para decir. No es que menosprecie a los hombres ni mucho menos, pero me di cuenta que a veces no hay nadie mejor que alguien del sexo opuesto para conversar. Digo conversar para no tener que decir hablar o charlar, me refiero a tener una conversación seria, de a dos, cara a cara, enfrentados, donde ambos tengan algo para decir y opinar sobre lo que dice el otro.
Me alegra poder decir que tengo la dicha de compartir mi vida con muchas mujeres interesantes, compañeras; hermosas personas con las que el destino me cruzó en los momentos indicados y de los cuales (creo yo), también soy parte importante de sus vidas. Gracias a ellas soy más crítico, más paciente, más atento y más afectivo.

viernes, 28 de enero de 2011

Reflexiones marítimas.

Desde el balcón de mi casa puedo apreciar el mar, ver cómo la tierra se fusiona con el cielo en un horizonte infinito de color grisáceo. La dulce lluvia resbala veloz y equilibrada, recta, como proyectiles celestiales; el salado mar dibuja y desdibuja llamas que enfrían el cuerpo y rompen corazones. Tan opuestos se atraen el uno al otro, ascienden y descienden, se intercambian, se confunden en un ciclo infinito. Paisaje hermoso y monótono el de las costas; ondulaciones lisas, playas de arenas y médanos, brisas y vientos; el antagonismo convive constantemente en el orden caótico. El hipnotizante rugir del mar me lleva a la calma y a la reflexión, a la paz y la intranquilidad, generan en mi alma el estado natural el contexto que me envuelve y me invita a su salvaje existencia.

Desde el balcón de mi casa puedo apreciar el mar, ver cómo las olas se estrellan contra la costa en una carrera desesperada por morir. Cómo me hacen recordar a las personas que a veces se preocupan más por llegar al final que por el trayecto. Tan semejantes, tan parecidas, luchan unas con otras, se baten en arremolinadas y húmedas contiendas con un mismo fin, el olvido. Suicidas, kamikazes. Fuertes en su nacimiento, débiles en su lecho de muerte, abren paso a los que vendrán y dejan su huella en la arena. Qué tan parecidas son las olas a las personas. Entre ellas se menosprecian, entre ellas se hieren; disfrutan sufriendo sus efímeras existencias. Se mecen las aguas de forma amenazadora, desafiantes quizás, invitándome a enfrentarme con ellas en un combate del cual ya formo parte con los de mi propia raza.

Desde el balcón de mi casa puedo apreciar el mar, la única tarea que me mantiene ocupado este día. Su imagen me aleja más y más de mi hogar, de mi vida, la cotidianeidad de la rutina. Me aleja del hombre que fui, que soy. De lo bueno y de lo malo que me espera al regresar. Aquí le pongo una pausa a mi vida, hago un balance, un recuento del año. Mi naturaleza me obliga a poner más peso en las cosas buenas, no por eso niego o ignoro los malos momentos que ocasioné y me ocasionaron. Ver el trayecto recorrido es un ejercicio que los hombres deberían realizar más a menudo. Ayuda a valorar el propio esfuerzo, a ser más objetivo y menos egoísta en los hechos, a la autocrítica, a querer ser mejor persona, a no querer cometer los mismos errores, a agradecer a quienes lo ayudaron y acompañaron. Los aprendizajes de todo un año, los conocimientos adquiridos, las vivencias experimentadas, las personas encontradas y perdidas son las que diferencian al hombre que soy del que fui, y los que lo diferenciarán del que seré. Un ejercicio que no lleva más de lo que se tarda en leer esto requiere de un simple compromiso y concentración; lo que ganamos y lo que perdimos se resumen en un estado de satisfacción y visión crítica de lo que nos sucede como individuos para con nosotros mismos. Mi lugar de reflexión es el mar, me recuerda a mí, me reconoce, me refleja; me permite llegar a lo más profundo de mi ser, un ser tan profundo.

El mar se tiñó de un gris profundo, el cielo de un gris suave divisando un nuevo horizonte y la calma de la tormenta.

viernes, 7 de enero de 2011

Ana Clara.

Mi tía abuela Ana Clara debió huir de la ex Alemania nazi por ser de descendencia judía. Huyó a Bosnia y Herzegovina en un buque q transportaba cargamentos de zapatillas marca Flecha para los desprotegidos del Congo africano.
Al pasar por la frontera de El Cairo tuvo una visión en donde Horus y Anubis, mientras jugaban una partida amistosa de backgammon, le dijeron que era la reencarnación de Elizabeth Jennifer Monoskorf, una burguesa rusa del siglo XVII. Cuando despertó, poseía en su pie izquierdo una argolla que inconfundiblemente pertenecía a alguna raza de indígenas originarios de América del Sur, linaje de la unión entre mayas y comechingones. Ese descubrimiento llamó la atención de varios arqueólogos de la Universidad de Cambridge en Londres, gracias a los cuales consiguió un pasaporte y visa a Gran Bretaña donde aprendió el oficio de cortar chuletas de cerdo.
Durante la llegada de un frigorífico argentino, fue raptada por marineros sedientos de sexo y pasión, los cuales la tomaron de prisionera y la utilizaron como juguete sexual por unos 4 meses; eso sí, bien alimentada y aseada, y ninguno tenia enfermedades de transmisión sexual. Al llegar a puerto, fue recibida calurosamente por Evita quien la felicitó por haber entretenido a los marineros durante todo el viaje de vuelta. Desde entonces, comenzaron planes en donde se le pagaba a las prostitutas para que formen parte de las tripulaciones de los frigoríficos y así mantener ocupados a los marineros en sus tiempos de ocio.
Mi tía abuela fue condecorada por la Orden de la Totora de Bilbao, reconocida mundialmente y la cual le otorgó grandes beneficios a lo largo de su vejez y lo que le permitió prosperar en aquél hermoso país llamado Argentina.

jueves, 6 de enero de 2011

Violeta Parra, Qué he sacado con quererte.

¿Qué he sacado con la luna
que los dos miramos juntos?
¿Qué he sacado con los nombres
estampados en el muro?
Como cambia el calendario,
cambia todo en este mundo.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!

¿Qué he sacado con el lirio
que plantamos en el patio?
No era uno el que plantaba;
eran dos enamorados.
Hortelano, tu plantío
con el tiempo no ha cambiado.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!

¿Qué he sacado con la sombra
del aromo por testigo,
y los cuatro pies marcados
en la orilla del camino?
¿Qué he sacado con quererte,
clavelito florecido?
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!

Aquí está la misma luna,
y en el patio el blanco lirio,
los dos nombres en el muro,
y tu rastro en el camino.
Pero tú, palomo ingrato,
ya no arrullas en mi nido.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!