miércoles, 2 de marzo de 2011

Amigo mío.

Amigo, no dejes que la vida te intimide;
si ella corre más rápido que tú, pues deja que se adelante un poco.
La tortuga vence a la liebre
más por su paciencia y constancia que por su esmero.

Deja de ejercerte presión, amigo mío;
agarra tu reloj y estréllalo contra la pared,
ponte al lado de un tren y grita más fuerte que él,
hasta que tus cuerdas se rompan y sangren.

Para de sufrir ese mal de amores,
que el cuerpo se acostumbra y ya no puede vivir sin él.
Encontrarás a alguien que te quiera en el futuro,
mientras tanto aférrate a mi hombro
y cantémosle a las estrellas con la voz quebrada.

¿Dónde quedó tu pasión, mi amigo?
Abre el baúl de tu alma, quítale el polvo
y exprímele hasta la última gota de talento.
Barniza tu opaca existencia y lústrala diariamente.

Por último cuéntame un chiste, viejo amigo;
devuélvele la sonrisa a tu rostro,
ríete de tu desgracia,
mófate de la sociedad,
búrlate de los noticieros,
escupe sobre los diarios,
y utiliza la Constitución y la Biblia como papel higiénico,
porque el único mandamiento que Dios creó para el hombre
es que éste sea feliz.

2 comentarios:

Juan Manuel dijo...

lo de la biblia hasta ahi , ahora la constitución RESPETALA

small.town.girl dijo...

cuanta razoonn teneess! yo quero que el mejor amigo de uno, es uno mismo :)
un beso, y me encanto lo que escribiste.