Soy yo,
el hijo pródigo,
el hijo prodigio
del amor de la soledad,
quien sobrevive,
que atestigua
su palabra
y la de nadie más.
¿Qué esperas
del solitario,
la solitud,
la soltud?
Hazte amigo
y se te aferrará
con uñas y dientes.
Hazle un gesto
y creerá que le agradas,
que le gustas,
que lo amas.
Pero el mismo,
el sigo,
consigo,
tan afectivo,
no perdona;
así que
no lo engañes
porque te espera
la horca.
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