Llamarte madre
sería un insulto a mi patria, es por eso que te considero una hermana. Madrid,
la fraternidad es tu virtud. Abrazas al extranjero con la calidez y la
experiencia de los hijos mayores de la civilización romana. Tus calles amplias
y ajetreadas dibujan una ciudad leonina, orgullosa de sus banderas y símbolos.
Pero lo mejor es cómo te vanaglorias de tus próceres y figuras ilustres. Cada
una de tus calles es un homenaje a los ciudadanos que por siglos han alimentado
tu gloria.
Candor y
vivacidad desbordan de tu gente y si hemos heredado el temperamento italiano,
sin duda también el jolgorio y júbilo español. Madrid, dime qué se siente
acobijar tantos dialectos y registros en tu seno. Si a todos nos une una misma
lengua tergiversada y corrompida, ¿a qué hemos de defender normas y
correcciones de diccionario? Riámonos de los equívocos con una cerveza de por
medio, colegas, que mezclarnos es lo mejor que nos haya podido pasar como seres
humanos.
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