ü El buen lector lee lo que sea: no
tiene por qué ser sólo literatura; cualquier cosa que esté dentro de sus
intereses acerca de cualquier tema es válido como material de lectura.
ü El buen lector lee hasta donde quiere: no
necesita terminar de leer todo lo que empieza; si se da cuenta de que eso no le
interesa o le resulta aburrido, lo abandona para adentrarse a un nuevo texto sin culpa alguna. El buen lector podrá
retomar la lectura cuando guste; el libro seguirá allí esperándolo. Él busca
libros que le permitan entablar un diálogo con aquél otro mundo: que le
permitan cuestionar, reflexionar y debatir aquello que lee.
ü El buen lector no tiene edad: no
existe una edad para tomar un libro y leerlo. Existen lecturas recomendadas
para ciertas edades, pero la edad del buen lector se mide por los libros que ha
leído, no por los años que haya cumplido.
ü El buen lector lee a su ritmo: no se
preocupa por la velocidad, saborea cada palabra, disfruta de la lectura sin
preocuparse por el tiempo. Cuando el buen lector lee, los relojes se detienen. La
velocidad llega por sí sola, con la práctica y la paciencia.
ü El buen lector sabe bien lo que busca: por
más que no conozca sobre autores y títulos de libros, el buen lector tiene
bastante en claro sus gustos y afinidades. Toma como punto de referencia los
géneros (policial, ciencia ficción, terror, fantástico) o los personajes
(detectives, alienígenas, monstruos, seres maravillosos) para encontrar los
libros que puedan satisfacer sus necesidades lectoras.
ü El buen lector sabe pedir y oir consejos: los
adultos (maestros, profesores, bibliotecarios, preceptores, directivos, padres,
etc.) son buenas fuentes de consulta bibliográfica. El buen lector acude a
ellos para facilitar la búsqueda de lo que quiere, sin permitir que la palabra
del adulto lo influya completamente. Los adultos también se equivocan y es el
buen lector quien tiene la última palabra sobre los textos que decide leer. Por
supuesto, también puede hacer su propia investigación por internet y consultar
en Google qué libros son los más recomendados para leer; pero sólo el buen
lector debe trazar su propio camino.
ü El buen lector establece relaciones y
asociaciones entre su vida y lo que lee: cuando lee, las
palabras despiertan recuerdos y sentimientos existentes que le permiten al buen
lector relacionar lo que aquello con su vida y su entorno. El buen lector sabe
que los libros son escritos por personas de carne y hueso, que vivieron
experiencias similares a las suyas y de las cuales puede extraer algún
aprendizaje.
ü El buen lector conecta lo que lee con
cosas que ya conoce: nadie que se precie de buen lector lee
los textos por primera vez. Cada vez que toma un libro entre sus manos, el buen
lector asocia lo que lee con otras cosas que ya conoce (otro libro, un cuento,
un poema, una canción, un videojuego, una película, una serie, etc.). Los
textos, así como las personas, no viven aislados del resto, sino que forman una
comunidad y por ello se relacionan entre sí.
ü El buen lector juzga de un modo crítico lo
que lee: todos opinan con argumentos lógicos y sostenidos qué
partes les resultó atractivas y cuáles aburridas, qué rescatan y qué dejan a un
lado de la lectura, qué piensan o qué interpretan de lo que han leído. Los
textos no hablan por sí solos, son los buenos lectores quienes les hacen
hablar.
ü El buen lector usa los textos para lo que
se le da la gana: los libros no sirven para nada, sino que
es el buen lector quien les da un uso. Puede leer cuando está aburrido, cuando
no tiene nada mejor que hacer, mientras viaja o está esperando en un
determinado lugar. Los libros sirven para aprender, conocer, descubrir,
imaginar, citar, crear o por el puro placer de leer. Cada buen lector deberá
darle utilidad a los libros que lea por su propia cuenta.
“Quise
distraerte, no quise corregirte, porque al contrario eres el lector sabio, pues
que practicas el entreleer que es lo que más fuerte impresión labra”, Macedonio
Fernández.
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