Ahí estás,
ese eres tú,
el que se sienta
solo,
el chivo
expiatorio,
el que le cuesta
adaptarse,
el que no participa
en clases.
En ti volcaré
todas mis frustraciones
en forma de agresiones:
el alcoholismo de
mi madre,
el abandono de mi
padre,
el maltrato de
mis pares,
y las cosas que
no tengo.
¡Felicidades!
Has sido el
elegido en esta lotería cósmica,
donde el más
fuerte devora al más débil,
donde uno es
obligado a ser infeliz
para que el resto
pueda disfrutar al menos por un rato.
¡Felicidades otra
vez!
Serás hermoso
como Cristo
e infeliz como
Judas.
Los hombres te
deberán todo
y no recibirás
nada a
cambio más que
miserias.
¡Arriba, rey de
los bufones!
Que esto es sólo
el principio,
y la jornada recién
comienza.