miércoles, 14 de agosto de 2013

No es una aneurisma.

-Hola Isabel, Nora le habla.
-…
-No, todavía no llegamos, tuvimos un problema.
-…
-No, el micro está bien, no chocamos. Pero Víctor tuvo un accidente antes de llegar.
-…
-No se preocupe, los médicos dicen que está estable pero todavía no está fuera de peligro. Estamos esperando la autorización para que una ambulancia lo traslade al centro y ahí le puedan hacer una tomografía.
-…
-Él estaba resfriado cuando se subió al micro, ¿vio? Y el aire frío se ve que le hizo peor. Yo estaba dormida cuando él se despertó, pero los demás pasajeros me dijeron que tocía mucho. Parece que él estornudó y con la fuerza que hizo se le explotó un vaso de la cabeza.
-…
-No sabemos, Isabel. Hasta que no se despierte no pueden hacer nada los doctores. Es un hospital muy humilde así que tenemos que esperar.
-…
-No se amargue Isabel. Va a ver que todo sale bien. Yo lo estoy cuidando.
-…
-Sí, sí, me dejan verlo. No tienen muchas enfermeras así que algún familiar lo tenía que cuidar.
-…
-Obvio que la mantengo al tanto, el parte me lo dan a las doce. En cuanto sepa algo la llamo, quédese tranquila.
-…
-Yo también la quiero, Isabel. Recemos por ahora. Adiós.

Se me había caído la campera al suelo. Estuve como dos o tres horas destapado con el aire frío dándome en la cara y respirando por la boca porque tenía la nariz llena de moco. Me acuerdo que me desperté y empecé a toser. Cof, cof. Tenía la garganta sequísima y no podía tomar nada porque Nora siempre me dice que el agua de los micros está sucia y te podés agarrar cualquier cosa si la tomás. Para colmo ya se me había terminado todo el pañuelo de tela y los demás los tenía en el bolso. Cof, cof. Es incomodísimo cuando te das cuenta que molestás al resto de las personas que viajan. Vaya uno a saber desde qué hora estaba así. Cof, cof. Me hubiera gustado despertarla a Nora, pero igual era al pedo, ella no podía hacer nada para que me sintiera mejor. ¡Achú! En ese momento sentí como si los oídos se me destaparan y por un segundo que me pareció eterno escuché todo a mi alrededor como si tuviera dos altoparlantes a todo volumen apuntando directo a mis orejas transmitiéndome los sonidos multiplicados veinte veces.
Me gusta coleccionar historias extrañas sobre muertes extrañas. En ese instante me acordé de Julián del Casal, un escritor cubano que murió prácticamente de risa en la casa de un médico amigo suyo. El tipo no sabía que tenía una aneurisma y el ataque provocó que se le reventara. Tal vez eso era lo que me estaba pasando a mí entonces. Iba a terminar como Casal; no en cuanto a la muerte, sino en la colección de algún aficionado de muertes curiosas, algo así como el cazador cazado. Después sólo recuerdo un fuerte golpe en la frente y otro más en la nuca. ¿Tan pelotudo se puede ser hasta para morirse?

¿Quién habrá sido el tarado que le dijo a los medios que se le explotó una aneurisma? Una vez que pasa algo acá todos saltan para hacerse las estrellas sin saber de qué hablan. El tipo entró con las orejas chorreando sangre. De seguro se le reventaron los tímpanos. Hay que ser guaso. Me dijeron que había estornudado, puede que el resfrío también haya ayudado. Uno está meta que meta sonándose los mocos y no se da cuenta de los oídos hasta que tiene otitis. Qué ganas de joderle a uno la mañana. Y los de Posadas que no me atienden. Esto tiene para rato se ve.

Un hombre de 37 años fue llevado de urgencia a un hospital luego de haber sufrido una hemorragia interna causada por un estornudo mientras se dirigía en micro de vacaciones a Misiones.
Todo ocurrió el martes poco antes de las 10 en la ruta nacional 105, a pocos kilómetros de la ciudad de Posadas. El micro de larga distancia debió hacer una parada de emergencia en el pueblo de Miguel Lanús, limítrofe a Posadas.
Según los testimonios de los demás pasajeros, Víctor Carrillo ya habría subido en Retiro con síntomas de resfrío. Su estado se agravó durante la madrugada cuando los pasajeros se dispusieron a dormir mientras el aire acondicionado permanecía encendido.
“El estornudo fue único pero potente, lo cual habría provocado la rotura de una aneurisma ubicada en la cabeza”, afirmó uno de los médicos que se encarga del caso. Sin embargo, todavía no se ha aclarado si la rotura se debió al estornudo o bien al impacto que la cabeza sufrió contra el asiento delantero.
Actualmente, el herido se encuentra haciendo reposo en el hospital de Fátima junto a su pareja que lo acompañaba en el viaje y espera a ser trasladado cuanto antes a la capital para una revisión más profunda.

“Mmmmm… ¡ay qué dolor de cabeza por Dios! Así que safé de la aneurisma. Pero el resfrío todavía me rompe las bolas. Va a ser una linda anécdota para la vuelta. Tiene pinta de salita esto. ¿Habré llegado a Posadas? Linda manera de cagarle las vacaciones a Nora. Una vez que la sueltan del laburo… me dio la sensación de que me estaba cuidando hasta hace poco. ¿Y la cabeza vendada para qué? ¿Me la habrán abierto? No creo, no siento ningún tajo, pero tampoco sé lo que se siente tener un tajo en la cabeza. Espero que no me hayan rapado, eso sí; hace una semana que fui a la peluquería. ¿Cuándo van a venir a verme?”

-Gracias por avisarme, enfermera. Déjeme hablar con él un minuto. Buenas tardes, soy el doctor Heredia. ¿Sabe usted cómo se llama?
-…
-No se preocupe, tómese su tiempo.
-…
-¿Entiende lo que le digo?
-…
-A ver, déjeme ver.
-…
-Todo parece en orden. ¿Puede escucharme?
-…
-Su mujer lo está esperando afuera. Le voy a decir que pase así pueden verse un rato a solas. Estaba muy preocupada por usted.

“Qué raro, el tipo tiene toda la pinta de argentino pero no le entiendo un choto. Parece que habla en árabe. ¿No me estará hablando en guaraní el boludo? A ver si todavía se cree que soy de por acá. Me quiere revisar. Al menos esto sí le entiendo. Le sigo el dedo, le dejo que me vea las pupilas… ¿La cabeza no me la va a revisar? Fija que ya me la abrieron. Me van a dar un frasquito con un cacho de cerebro en formol antes de irme. Se va a la mierda. Tal vez le va a pedir a la enfermera que me traigan la comida. Andá a saber hace cuánto que estoy dormido. ¡Nora! ¿Qué te pasa? ¿Vos también hablás guaraní? No… No te entiendo a vos tampoco. ¿Me habrán dado algo? Tal vez estoy dopado todavía. Debe ser eso. Me siento cansado todavía.”

El señor Carrillo parece que perdió parte de la audición debido a que sus tímpanos sufrieron una fisura a causa del fuerte estornudo. El paciente está evolucionando favorablemente, ya pudimos bajarle la fiebre y sus pulsaciones se normalizaron; de momento se encuentra estable pero no descartamos que haya sufrido alguna lesión en la cabeza. Puede que haya sufrido pérdida de memoria o una afasia, no estamos seguros. Hasta que no hable no hay mucho que podamos hacer con los recursos de los cuales disponemos. Lo único que le puedo aconsejar es que no se despegue de su lado y me avise en cuanto sepa algo, señorita.

-Hola Isabel. Nora.
-…
-Ya se despertó.
-…
-No sé. No quiere hablar, pero ahora está comiendo. El médico dice que puede tener pérdida de memoria o una afasia.
-…
-Es algo de la cabeza que hace que se te olvide cómo hablar. Pero pensar piensa. Se acuerda de cómo usar los cubiertos y eso.
-…
-Ay Isabel. No sé, estoy re angustiada. ¿Qué vamos a hacer si no se acuerda de nosotras? Me muero. Pero es raro, me dio la impresión de que se acordaba de mí. Me abrazó y todo, pero no podía hablar. Ya estoy empezando a pensar en estudiar lenguaje de señas.
-…
-Disculpe Isabel, pero es que entre lo mal que dormí en el micro y los nervios que estoy pasando ya no sé lo que digo.
-…
-Tiene razón, perdóneme. La llamo en cuánto sepamos algo más.
-…
-¿La ambulancia? No sabemos, no nos contestan de Posadas.

Ay virgencita santa, gracias a Dios que se despertó, pero por favor que esté bien. No podría soportar perderlo a él también, haceme el favor de dejármelo, virgencita. Te prometo que te prendo otra vela si sale sano del hospital, a vos y a San Expedito que nunca me falló el santo. Padre nuestro que estás en los cielos… les voy a pedir que en la iglesia me recen también y pidan también por Víctor al padre Jorge que siempre fue tan bueno con nosotros cuando necesitamos ayuda. Hágase tu voluntad… gracias a Dios que Norita está con él, que me lo cuide por favor ella que es tan buena y lo quiere tanto como yo a Víctor. Y que no me mienta, a ver si todavía me miente para no preocuparme. No, Dios, que ni se le ocurra a mí que soy la madre y tengo todo el derecho del mundo de saber cómo está mi hijo. Y perdona nuestras ofensas… vas a ver cómo salimos de esta, Huguito, te prometo que el nene se va a quedar conmigo. Una madre no tiene que enterrar a los hijos, no hay peor dolor para una madre que ver a sus hijos peor que una. ¡Qué no daría para estar yo en su lugar, Dios! No nos dejes caer en la tentación… curámelo, diosito, y te rezo otro rosario, haceme ese gran favor. Amén.

-Buenas noches, Carrillo. ¿Cómo se siente?
-…
-¿Mejor? Permítame… Pulsaciones normales. Va a tener que pasar la noche acá. No recibimos respuesta de Posadas.
-…
-¿Sabe quién es usted?
-…
-¿Podría decir algo aunque sea?
-…
-Seguro que este boludo se cagó mal el oído. Nos vemos mañana Carrillo. Trate de descansar.

“Qué bueno. Recupero el oído para enterarme de que mi médico piensa que soy un boludo.  Así que es de noche. Debe ser terapia esto. Pero es raro, cuando me preguntó quién soy no supe qué contestarle. O sea, soy Víctor Carrillo, hijo de Hugo Carrillo, ya fallecido, e Isabel García de Carrillo, pareja actual de Nora Mendía, sexo masculino, nacionalidad argentina, estado civil soltero, de treinta y siete años, signo piscis, metro setenta y cuatro, color de pelo negro y ojos marrones, tipo de sangre cero negativo, perteneciente a la especie homo sapiens sapiens, que es lo mismo que decir humano u hombre como grupo genérico, la especie dominante del planeta Tierra, tercer planeta más cercano a la estrella conocida con el nombre de Sol, centro del sistema solar, ubicada en uno de los Brazos de Orión dentro de la galaxia llamada por nosotros Vía Láctea. ¿Qué se cree, que no sé quién soy?”

-Hola amor, ¿cómo te sentís?
-...
-Hablé de nuevo con tu mamá. Está muy afligida, le dije que en cuánto sepamos que estás bien vamos a volver a Buenos Aires…
-…
-…yo sé que querías mucho tomarte estas vacaciones pero va a ser mejor que descanses en casa ahora, por las dos digo, así nos va a ser más fácil cuidarte.
-…
-No puedo entender como nadie contestó todavía en Posadas, tres días me parece una barbaridad. Pero vos sos hierro, amor.
-Mmmm…
-¿Qué? ¿Qué querés?
-Mmmmmmmm…
-No, no te muevas, no te quieras levantar. Decíme a mí qué necesitás.
-Mmmm, mmmm, mmmm.
-¡Habláme, Víctor! ¿Qué te pasa? ¿Qué tenés…? ¡Doctor, doctor! ¡Le están dando convulsiones, venga a ayudarlo rápido!

Ya puede quedarse tranquila, está estable de nuevo. Tuvimos que sedarlo, pero no hay por qué preocuparse, el paciente está descansando. Usted me dijo que trató de decirle algo, ¿no es cierto? Pero no le llegó a entender. En casos como estos, cuando el paciente ha sufrido una lesión en el cerebro puede tratarse de una afasia. Ah, sí, discúlpeme… Una afasia es una pérdida parcial o completa de la capacidad de producir o comprender el lenguaje; es muy probable que al golpearse la cabeza haya afectado un área del lenguaje cerebro. Lo que tenemos que averiguar ahora es qué zona fue la que se vio afectada y hasta qué punto perdió su marido la habilidad del habla. No se desanime, los casos de personas con afasia son muy alentadores. Algunos se recuperan por sí mismos pero por lo general necesitan de rehabilitación y ciertos estímulos. Pero no voy a mentirle, hay muchos casos posibles de afasias y mientras esté dormido no puedo estudiarlo, perdón, tratarlo. Tenemos que seguir siendo pacientes y buscar el tratamiento adecuado para su marido. Con permiso.

“Otra vez me da todo vueltas. Si me siguen dopando me voy a volver adicto. A ver a ver. Repacemos de vuelta. Cuando Nora entró en la pieza me preguntó cómo estaba. Hasta ahí todo bien. Pero cuando le quise contestar no encontré las palabras. No, no fue eso. Sabía exactamente qué contestarle, ¡eso! Exactamente, sabía qué contestarle pero no sabía por dónde empezar a contestarle. O sea, cuando a uno le preguntan cómo está uno inmediatamente contesta “bien”. Pero no es solo “bien” lo que quiere decir, o es solo “bien” sin decir un montón de otras cosas. O sea, cuando Nora me preguntó cómo estaba, yo tenía al menos cinco respuestas, todas válidas, para darle, pero todas eran igual de importantes y no podía decirle una sola, era como que quería decírselas todas juntas y se me hizo un matete enorme y ahí fue cuando me agarró de nuevo el bobazo. Pero no es eso tampoco, o sea, no es sólo eso. Cada vez que me hablan entiendo qué es lo que me están diciendo, pero a la vez entiendo muchas cosas más, como qué es lo que en realidad me quieren decir, qué sienten, en qué está pensando, y no hay una sola contestación para todo eso. Entonces lo que tengo que hacer la próxima vez es no contestar, no, por las dudas ni siquiera escuchar, a ver si todavía me dicen algo y tienen que doparme de nuevo.”

¿No te digo Claudia que este tipo es un pajero? Y estando la mujer del otro lado de la puerta, no se puede creer. Nos toca cuidar cada uno a nosotras. El otro día le fui a dar de comer, ¿viste? Y yo ya entré y el tipo me miraba raro. Yo me hice la boluda y todavía le pregunté si se sentía mejor y a ver cuándo nos iba a dar las gracias por lo bien que lo cuidamos. Entonces dejo la bandeja arriba de la silla para levantarle la cama y el tipo se me queda mirando las tetas. Como es un paciente me da cosa decirle algo, pero el tipo ya se estaba zarpando y cuando agarré la bandeja para ponérsela arriba, ¡no va que se me tira encima para tocarme las gomas! Te digo Claudia, tené cuidado si te toca atender a ese flaco; es un degenerado, y esos no tienen respeto por nadie.

Aparte de boludo es un pajero este tipo, pero me viene bien la cagada que se mandó. Ahora lo podemos tratar como un paciente peligroso. Es rarísimo el cuadro, no me cierra con nada que haya estudiado antes. Pero no me queda mucho más tiempo. La mujer ya se está impacientando y no le puedo seguir poniendo más trabas para que no se lo lleven a Posadas.

“¡Qué pelotuda la enfermera que me tocó, me quemó hasta los huevos con la sopa! Se habrá pensado que le quería tocar las gomas. Que se meta la lapicera en el culo. Pero no se me ocurre otra forma para hablar sin usar la lengua. Encima cada uno que entra me hace una pregunta. ¿Son boludos que le preguntan cosas a un tipo que no puede ni hablar?”

¿Qué te pasa, Víctor? Vos no eras así. De seguro que la medicación te está alterando. Vos nunca tratarías así a una mujer. Voy a hablar con el doctor Heredia para ver si te la puede cambiar. Me gustaría saber en qué estás pensando.

Virgencita, por favor, curámelo al nene, que vuelva sano y salvo por lo que más quieras. Te prendo tres velas por día si me lo traes curado. Ayudalo Diosito.

Yo no entro más a esa habitación; póngame a cambiarle los pañales al viejo de la siete, pero a este degenerado ni a cambiarle el suero entro.

“Si escucho algo más me voy a volver loco. No puedo aguantar las ganas de contestar todo lo que se me viene a la cabeza.”

Lamento comunicarle, señora, que seguimos sin recibir noticias de Posadas. El señor Carrillo va a tener que permanecer acá por tiempo indeterminado.

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