miércoles, 28 de junio de 2017

Decálogo del buen lector.

ü El buen lector lee lo que sea: no tiene por qué ser sólo literatura; cualquier cosa que esté dentro de sus intereses acerca de cualquier tema es válido como material de lectura.
ü El buen lector lee hasta donde quiere: no necesita terminar de leer todo lo que empieza; si se da cuenta de que eso no le interesa o le resulta aburrido, lo abandona para adentrarse a un nuevo  texto sin culpa alguna. El buen lector podrá retomar la lectura cuando guste; el libro seguirá allí esperándolo. Él busca libros que le permitan entablar un diálogo con aquél otro mundo: que le permitan cuestionar, reflexionar y debatir aquello que lee.
ü El buen lector no tiene edad: no existe una edad para tomar un libro y leerlo. Existen lecturas recomendadas para ciertas edades, pero la edad del buen lector se mide por los libros que ha leído, no por los años que haya cumplido.
ü El buen lector lee a su ritmo: no se preocupa por la velocidad, saborea cada palabra, disfruta de la lectura sin preocuparse por el tiempo. Cuando el buen lector lee, los relojes se detienen. La velocidad llega por sí sola, con la práctica y la paciencia.
ü El buen lector sabe bien lo que busca: por más que no conozca sobre autores y títulos de libros, el buen lector tiene bastante en claro sus gustos y afinidades. Toma como punto de referencia los géneros (policial, ciencia ficción, terror, fantástico) o los personajes (detectives, alienígenas, monstruos, seres maravillosos) para encontrar los libros que puedan satisfacer sus necesidades lectoras.
ü El buen lector sabe pedir y oir consejos: los adultos (maestros, profesores, bibliotecarios, preceptores, directivos, padres, etc.) son buenas fuentes de consulta bibliográfica. El buen lector acude a ellos para facilitar la búsqueda de lo que quiere, sin permitir que la palabra del adulto lo influya completamente. Los adultos también se equivocan y es el buen lector quien tiene la última palabra sobre los textos que decide leer. Por supuesto, también puede hacer su propia investigación por internet y consultar en Google qué libros son los más recomendados para leer; pero sólo el buen lector debe trazar su propio camino.
ü El buen lector establece relaciones y asociaciones entre su vida y lo que lee: cuando lee, las palabras despiertan recuerdos y sentimientos existentes que le permiten al buen lector relacionar lo que aquello con su vida y su entorno. El buen lector sabe que los libros son escritos por personas de carne y hueso, que vivieron experiencias similares a las suyas y de las cuales puede extraer algún aprendizaje.
ü El buen lector conecta lo que lee con cosas que ya conoce: nadie que se precie de buen lector lee los textos por primera vez. Cada vez que toma un libro entre sus manos, el buen lector asocia lo que lee con otras cosas que ya conoce (otro libro, un cuento, un poema, una canción, un videojuego, una película, una serie, etc.). Los textos, así como las personas, no viven aislados del resto, sino que forman una comunidad y por ello se relacionan entre sí.
ü El buen lector juzga de un modo crítico lo que lee: todos opinan con argumentos lógicos y sostenidos qué partes les resultó atractivas y cuáles aburridas, qué rescatan y qué dejan a un lado de la lectura, qué piensan o qué interpretan de lo que han leído. Los textos no hablan por sí solos, son los buenos lectores quienes les hacen hablar.
ü El buen lector usa los textos para lo que se le da la gana: los libros no sirven para nada, sino que es el buen lector quien les da un uso. Puede leer cuando está aburrido, cuando no tiene nada mejor que hacer, mientras viaja o está esperando en un determinado lugar. Los libros sirven para aprender, conocer, descubrir, imaginar, citar, crear o por el puro placer de leer. Cada buen lector deberá darle utilidad a los libros que lea por su propia cuenta.

“Quise distraerte, no quise corregirte, porque al contrario eres el lector sabio, pues que practicas el entreleer que es lo que más fuerte impresión labra”, Macedonio Fernández.