-Hola Isabel, Nora
le habla.
-…
-No, todavía no
llegamos, tuvimos un problema.
-…
-No, el micro está
bien, no chocamos. Pero Víctor tuvo un accidente antes de llegar.
-…
-No se preocupe, los
médicos dicen que está estable pero todavía no está fuera de peligro. Estamos
esperando la autorización para que una ambulancia lo traslade al centro y ahí
le puedan hacer una tomografía.
-…
-Él estaba resfriado
cuando se subió al micro, ¿vio? Y el aire frío se ve que le hizo peor. Yo
estaba dormida cuando él se despertó, pero los demás pasajeros me dijeron que
tocía mucho. Parece que él estornudó y con la fuerza que hizo se le explotó un
vaso de la cabeza.
-…
-No sabemos, Isabel.
Hasta que no se despierte no pueden hacer nada los doctores. Es un hospital muy
humilde así que tenemos que esperar.
-…
-No se amargue
Isabel. Va a ver que todo sale bien. Yo lo estoy cuidando.
-…
-Sí, sí, me dejan
verlo. No tienen muchas enfermeras así que algún familiar lo tenía que cuidar.
-…
-Obvio que la
mantengo al tanto, el parte me lo dan a las doce. En cuanto sepa algo la llamo,
quédese tranquila.
-…
-Yo también la
quiero, Isabel. Recemos por ahora. Adiós.
Se me había caído la campera al suelo. Estuve como dos o
tres horas destapado con el aire frío dándome en la cara y respirando por la
boca porque tenía la nariz llena de moco. Me acuerdo que me desperté y empecé a
toser. Cof, cof. Tenía la garganta sequísima y no podía tomar nada porque Nora
siempre me dice que el agua de los micros está sucia y te podés agarrar
cualquier cosa si la tomás. Para colmo ya se me había terminado todo el pañuelo
de tela y los demás los tenía en el bolso. Cof, cof. Es incomodísimo cuando te
das cuenta que molestás al resto de las personas que viajan. Vaya uno a saber
desde qué hora estaba así. Cof, cof. Me hubiera gustado despertarla a Nora,
pero igual era al pedo, ella no podía hacer nada para que me sintiera mejor.
¡Achú! En ese momento sentí como si los oídos se me destaparan y por un segundo
que me pareció eterno escuché todo a mi alrededor como si tuviera dos
altoparlantes a todo volumen apuntando directo a mis orejas transmitiéndome los
sonidos multiplicados veinte veces.
Me gusta coleccionar historias extrañas sobre muertes
extrañas. En ese instante me acordé de Julián del Casal, un escritor cubano que
murió prácticamente de risa en la casa de un médico amigo suyo. El tipo no
sabía que tenía una aneurisma y el ataque provocó que se le reventara. Tal vez
eso era lo que me estaba pasando a mí entonces. Iba a terminar como Casal; no
en cuanto a la muerte, sino en la colección de algún aficionado de muertes curiosas,
algo así como el cazador cazado. Después sólo recuerdo un fuerte golpe en la
frente y otro más en la nuca. ¿Tan pelotudo se puede ser hasta para morirse?
¿Quién habrá sido el
tarado que le dijo a los medios que se le explotó una aneurisma? Una vez que
pasa algo acá todos saltan para hacerse las estrellas sin saber de qué hablan.
El tipo entró con las orejas chorreando sangre. De seguro se le reventaron los
tímpanos. Hay que ser guaso. Me dijeron que había estornudado, puede que el
resfrío también haya ayudado. Uno está meta que meta sonándose los mocos y no
se da cuenta de los oídos hasta que tiene otitis. Qué ganas de joderle a uno la
mañana. Y los de Posadas que no me atienden. Esto tiene para rato se ve.
Un hombre de 37 años
fue llevado de urgencia a un hospital luego de haber sufrido una hemorragia
interna causada por un estornudo mientras se dirigía en micro de vacaciones a
Misiones.
Todo ocurrió el
martes poco antes de las 10 en la ruta nacional 105, a pocos kilómetros de la
ciudad de Posadas. El micro de larga distancia debió hacer una parada de
emergencia en el pueblo de Miguel Lanús, limítrofe a Posadas.
Según los
testimonios de los demás pasajeros, Víctor Carrillo ya habría subido en Retiro
con síntomas de resfrío. Su estado se agravó durante la madrugada cuando los
pasajeros se dispusieron a dormir mientras el aire acondicionado permanecía
encendido.
“El estornudo fue
único pero potente, lo cual habría provocado la rotura de una aneurisma ubicada
en la cabeza”, afirmó uno de los médicos que se encarga del caso. Sin embargo,
todavía no se ha aclarado si la rotura se debió al estornudo o bien al impacto
que la cabeza sufrió contra el asiento delantero.
Actualmente, el
herido se encuentra haciendo reposo en el hospital de Fátima junto a su pareja
que lo acompañaba en el viaje y espera a ser trasladado cuanto antes a la
capital para una revisión más profunda.
“Mmmmm… ¡ay qué
dolor de cabeza por Dios! Así que safé de la aneurisma. Pero el resfrío todavía
me rompe las bolas. Va a ser una linda anécdota para la vuelta. Tiene pinta de
salita esto. ¿Habré llegado a Posadas? Linda manera de cagarle las vacaciones a
Nora. Una vez que la sueltan del laburo… me dio la sensación de que me estaba
cuidando hasta hace poco. ¿Y la cabeza vendada para qué? ¿Me la habrán abierto?
No creo, no siento ningún tajo, pero tampoco sé lo que se siente tener un tajo
en la cabeza. Espero que no me hayan rapado, eso sí; hace una semana que fui a
la peluquería. ¿Cuándo van a venir a verme?”
-Gracias por
avisarme, enfermera. Déjeme hablar con él un minuto. Buenas tardes, soy el
doctor Heredia. ¿Sabe usted cómo se llama?
-…
-No se preocupe,
tómese su tiempo.
-…
-¿Entiende lo que le
digo?
-…
-A ver, déjeme ver.
-…
-Todo parece en
orden. ¿Puede escucharme?
-…
-Su mujer lo está
esperando afuera. Le voy a decir que pase así pueden verse un rato a solas.
Estaba muy preocupada por usted.
“Qué raro, el tipo
tiene toda la pinta de argentino pero no le entiendo un choto. Parece que habla
en árabe. ¿No me estará hablando en guaraní el boludo? A ver si todavía se cree
que soy de por acá. Me quiere revisar. Al menos esto sí le entiendo. Le sigo el
dedo, le dejo que me vea las pupilas… ¿La cabeza no me la va a revisar? Fija
que ya me la abrieron. Me van a dar un frasquito con un cacho de cerebro en
formol antes de irme. Se va a la mierda. Tal vez le va a pedir a la enfermera
que me traigan la comida. Andá a saber hace cuánto que estoy dormido. ¡Nora!
¿Qué te pasa? ¿Vos también hablás guaraní? No… No te entiendo a vos tampoco.
¿Me habrán dado algo? Tal vez estoy dopado todavía. Debe ser eso. Me siento
cansado todavía.”
El señor Carrillo
parece que perdió parte de la audición debido a que sus tímpanos sufrieron una
fisura a causa del fuerte estornudo. El paciente está evolucionando favorablemente,
ya pudimos bajarle la fiebre y sus pulsaciones se normalizaron; de momento se
encuentra estable pero no descartamos que haya sufrido alguna lesión en la
cabeza. Puede que haya sufrido pérdida de memoria o una afasia, no estamos
seguros. Hasta que no hable no hay mucho que podamos hacer con los recursos de
los cuales disponemos. Lo único que le puedo aconsejar es que no se despegue de
su lado y me avise en cuanto sepa algo, señorita.
-Hola Isabel. Nora.
-…
-Ya se despertó.
-…
-No sé. No quiere
hablar, pero ahora está comiendo. El médico dice que puede tener pérdida de
memoria o una afasia.
-…
-Es algo de la
cabeza que hace que se te olvide cómo hablar. Pero pensar piensa. Se acuerda de
cómo usar los cubiertos y eso.
-…
-Ay Isabel. No sé,
estoy re angustiada. ¿Qué vamos a hacer si no se acuerda de nosotras? Me muero.
Pero es raro, me dio la impresión de que se acordaba de mí. Me abrazó y todo,
pero no podía hablar. Ya estoy empezando a pensar en estudiar lenguaje de
señas.
-…
-Disculpe Isabel,
pero es que entre lo mal que dormí en el micro y los nervios que estoy pasando
ya no sé lo que digo.
-…
-Tiene razón,
perdóneme. La llamo en cuánto sepamos algo más.
-…
-¿La ambulancia? No
sabemos, no nos contestan de Posadas.
Ay virgencita santa,
gracias a Dios que se despertó, pero por favor que esté bien. No podría
soportar perderlo a él también, haceme el favor de dejármelo, virgencita. Te
prometo que te prendo otra vela si sale sano del hospital, a vos y a San Expedito
que nunca me falló el santo. Padre nuestro que estás en los cielos… les voy a
pedir que en la iglesia me recen también y pidan también por Víctor al padre
Jorge que siempre fue tan bueno con nosotros cuando necesitamos ayuda. Hágase
tu voluntad… gracias a Dios que Norita está con él, que me lo cuide por favor
ella que es tan buena y lo quiere tanto como yo a Víctor. Y que no me mienta, a
ver si todavía me miente para no preocuparme. No, Dios, que ni se le ocurra a
mí que soy la madre y tengo todo el derecho del mundo de saber cómo está mi
hijo. Y perdona nuestras ofensas… vas a ver cómo salimos de esta, Huguito, te
prometo que el nene se va a quedar conmigo. Una madre no tiene que enterrar a
los hijos, no hay peor dolor para una madre que ver a sus hijos peor que una.
¡Qué no daría para estar yo en su lugar, Dios! No nos dejes caer en la
tentación… curámelo, diosito, y te rezo otro rosario, haceme ese gran favor.
Amén.
-Buenas noches,
Carrillo. ¿Cómo se siente?
-…
-¿Mejor? Permítame…
Pulsaciones normales. Va a tener que pasar la noche acá. No recibimos respuesta
de Posadas.
-…
-¿Sabe quién es
usted?
-…
-¿Podría decir algo
aunque sea?
-…
-Seguro que este
boludo se cagó mal el oído. Nos vemos mañana Carrillo. Trate de descansar.
“Qué bueno. Recupero
el oído para enterarme de que mi médico piensa que soy un boludo. Así que es de noche. Debe ser terapia esto.
Pero es raro, cuando me preguntó quién soy no supe qué contestarle. O sea, soy
Víctor Carrillo, hijo de Hugo Carrillo, ya fallecido, e Isabel García de
Carrillo, pareja actual de Nora Mendía, sexo masculino, nacionalidad argentina,
estado civil soltero, de treinta y siete años, signo piscis, metro setenta y
cuatro, color de pelo negro y ojos marrones, tipo de sangre cero negativo,
perteneciente a la especie homo sapiens
sapiens, que es lo mismo que decir humano u hombre como grupo genérico, la
especie dominante del planeta Tierra, tercer planeta más cercano a la estrella
conocida con el nombre de Sol, centro del sistema solar, ubicada en uno de los
Brazos de Orión dentro de la galaxia llamada por nosotros Vía Láctea. ¿Qué se
cree, que no sé quién soy?”
-Hola amor, ¿cómo te
sentís?
-...
-Hablé de nuevo con
tu mamá. Está muy afligida, le dije que en cuánto sepamos que estás bien vamos
a volver a Buenos Aires…
-…
-…yo sé que querías
mucho tomarte estas vacaciones pero va a ser mejor que descanses en casa ahora,
por las dos digo, así nos va a ser más fácil cuidarte.
-…
-No puedo entender
como nadie contestó todavía en Posadas, tres días me parece una barbaridad.
Pero vos sos hierro, amor.
-Mmmm…
-¿Qué? ¿Qué querés?
-Mmmmmmmm…
-No, no te muevas,
no te quieras levantar. Decíme a mí qué necesitás.
-Mmmm, mmmm, mmmm.
-¡Habláme, Víctor!
¿Qué te pasa? ¿Qué tenés…? ¡Doctor, doctor! ¡Le están dando convulsiones, venga
a ayudarlo rápido!
Ya puede quedarse
tranquila, está estable de nuevo. Tuvimos que sedarlo, pero no hay por qué
preocuparse, el paciente está descansando. Usted me dijo que trató de decirle
algo, ¿no es cierto? Pero no le llegó a entender. En casos como estos, cuando
el paciente ha sufrido una lesión en el cerebro puede tratarse de una afasia.
Ah, sí, discúlpeme… Una afasia es una pérdida parcial o completa de la
capacidad de producir o comprender el lenguaje; es muy probable que al
golpearse la cabeza haya afectado un área del lenguaje cerebro. Lo que tenemos
que averiguar ahora es qué zona fue la que se vio afectada y hasta qué punto
perdió su marido la habilidad del habla. No se desanime, los casos de personas
con afasia son muy alentadores. Algunos se recuperan por sí mismos pero por lo
general necesitan de rehabilitación y ciertos estímulos. Pero no voy a
mentirle, hay muchos casos posibles de afasias y mientras esté dormido no puedo
estudiarlo, perdón, tratarlo. Tenemos que seguir siendo pacientes y buscar el
tratamiento adecuado para su marido. Con permiso.
“Otra vez me da todo
vueltas. Si me siguen dopando me voy a volver adicto. A ver a ver. Repacemos de
vuelta. Cuando Nora entró en la pieza me preguntó cómo estaba. Hasta ahí todo
bien. Pero cuando le quise contestar no encontré las palabras. No, no fue eso.
Sabía exactamente qué contestarle, ¡eso! Exactamente, sabía qué contestarle
pero no sabía por dónde empezar a contestarle. O sea, cuando a uno le preguntan
cómo está uno inmediatamente contesta “bien”. Pero no es solo “bien” lo que quiere
decir, o es solo “bien” sin decir un montón de otras cosas. O sea, cuando Nora
me preguntó cómo estaba, yo tenía al menos cinco respuestas, todas válidas,
para darle, pero todas eran igual de importantes y no podía decirle una sola,
era como que quería decírselas todas juntas y se me hizo un matete enorme y ahí
fue cuando me agarró de nuevo el bobazo. Pero no es eso tampoco, o sea, no es
sólo eso. Cada vez que me hablan entiendo qué es lo que me están diciendo, pero
a la vez entiendo muchas cosas más, como qué es lo que en realidad me quieren
decir, qué sienten, en qué está pensando, y no hay una sola contestación para
todo eso. Entonces lo que tengo que hacer la próxima vez es no contestar, no,
por las dudas ni siquiera escuchar, a ver si todavía me dicen algo y tienen que
doparme de nuevo.”
¿No te digo Claudia
que este tipo es un pajero? Y estando la mujer del otro lado de la puerta, no
se puede creer. Nos toca cuidar cada uno a nosotras. El otro día le fui a dar
de comer, ¿viste? Y yo ya entré y el tipo me miraba raro. Yo me hice la boluda
y todavía le pregunté si se sentía mejor y a ver cuándo nos iba a dar las
gracias por lo bien que lo cuidamos. Entonces dejo la bandeja arriba de la
silla para levantarle la cama y el tipo se me queda mirando las tetas. Como es
un paciente me da cosa decirle algo, pero el tipo ya se estaba zarpando y
cuando agarré la bandeja para ponérsela arriba, ¡no va que se me tira encima
para tocarme las gomas! Te digo Claudia, tené cuidado si te toca atender a ese
flaco; es un degenerado, y esos no tienen respeto por nadie.
Aparte de boludo es
un pajero este tipo, pero me viene bien la cagada que se mandó. Ahora lo
podemos tratar como un paciente peligroso. Es rarísimo el cuadro, no me cierra
con nada que haya estudiado antes. Pero no me queda mucho más tiempo. La mujer
ya se está impacientando y no le puedo seguir poniendo más trabas para que no
se lo lleven a Posadas.
“¡Qué pelotuda la
enfermera que me tocó, me quemó hasta los huevos con la sopa! Se habrá pensado
que le quería tocar las gomas. Que se meta la lapicera en el culo. Pero no se
me ocurre otra forma para hablar sin usar la lengua. Encima cada uno que entra
me hace una pregunta. ¿Son boludos que le preguntan cosas a un tipo que no
puede ni hablar?”
¿Qué te pasa,
Víctor? Vos no eras así. De seguro que la medicación te está alterando. Vos nunca
tratarías así a una mujer. Voy a hablar con el doctor Heredia para ver si te la
puede cambiar. Me gustaría saber en qué estás pensando.
Virgencita, por
favor, curámelo al nene, que vuelva sano y salvo por lo que más quieras. Te
prendo tres velas por día si me lo traes curado. Ayudalo Diosito.
Yo no entro más a
esa habitación; póngame a cambiarle los pañales al viejo de la siete, pero a
este degenerado ni a cambiarle el suero entro.
“Si escucho algo más
me voy a volver loco. No puedo aguantar las ganas de contestar todo lo que se
me viene a la cabeza.”
Lamento comunicarle,
señora, que seguimos sin recibir noticias de Posadas. El señor Carrillo va a
tener que permanecer acá por tiempo indeterminado.