Bienvenido a su casilla de mensages de Movilmás. Usted tiene 8 mensajes
nuevos. Menú principal, para escucharlos ingrese uno, para guardarlos ingrese
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ocho. Primer mensaje nuevo: “Hola doctor Miranda, discúlpeme que lo esté
llamando a su celular, pero es que llamé a su consultorio y su recepcionista me
dijo que estaba de vacaciones, así que tuve que pedirle su número para hablarle
pero cuando ella se negó le dije que era por una situación de vida o muerte por
mi tema de salud y aceptó darme su celular. Perdón por mentir, en realidad no
es tan grave el asunto pero tenía que consultarlo con usted ya que conoce mi
situación y no estoy como para seguir gastando plata ni tiempo con más médicos.
Disculpe las molestias, sé que está de vacaciones. Soy Marina Vázquez la señora
del edema pulmonar. Me presenté hace dos meses en su consultorio y le agradezco
toda la buena atención. Quería preguntarle si es posible que me cambiara
algunos de los medicamentos. Usted me pidió que le avisara si tenía algún
efecto contrario pero no es por eso que lo llamo. Es que le explico, usted me
dio para tomarme ocho pastillitas diferentes. Me acuerdo que empecé a tomarlas
enfrente suyo y me pidió que respete a rajatabla los horarios de cada pastilla.
Pero cuando llegué a mi casa y vi cada cuanto tenía que tomarme algunas
pastillas creí que se había confundido. Pero después me fijé en los prospectos
y tenía razón usted. Pero ya me resulta insoportable. Diga que tengo el celular
este que le puedo poner ocho alarmas distintas que me habisan a qué hora me
tengo que tomar cada una, pero me la paso escuchando la alarma y la verdad que
muchas veces me interrumpen el sueño. Quería saber si no sería usted tan amable
de cambiarme los medicamentos por algunos más regulares, o por lo menos la
pastillita de cada cinco horas y veinte, porque esa es la que tomo más seguido
y me corta el sueño al medio. Discúlpeme por molestarlo en sus vacaciones.
Mientras tanto voy a seguir tomándolas como usted me dijo. Que descanse mucho.
Gracias”. Fin del mensaje.
Segundo mensaje nuevo: “Buenas noches doctor Miranda. Soy la señora Vázquez
de nuevo. No quiero abusar de su buena voluntad ahora que tengo su número pero
como su recepcionista me dijo que usted todavía no había vuelto me vi forzada a
volver a llamarlo. No se preocupe por mí que de salud ando bien. Las
pastillitas parece que me están haciendo efecto. Lo llamaba porque hay unas que
se llaman, espere que me pongo los anteojos porque sino no leo un soto, “Sinlip
diez rosuvastatina diez miligramos” que son para la presión que trato y trato
de comprarlas pero no las encuentro por ningún lado. Vaya uno a saber por qué
no las entregan, tal vez hay quilombos gremiales y no las están produciendo. Igual
todavía me quedan tres cajas, pero yo porque soy preventiva, ¿vio? Quería saber
si usted tiene por cualquier cosa más en el consultorio así yo un día de estos
me paso. Era para eso nomás. Que tenga unas lindas vacaciones. Chau”. Fin del
mensaje.
Tercer mensaje nuevo: “Buenas tardes doctor. Soy yo, Vázquez. No sé con qué
cara hablarle. Sé que no puede verme pero es que me da mucha vergüenza llamarlo
por tercera vez sabiendo que no está trabajando. Pero esta vez le juro que lo
llamo por algo serio. Bueno, no es nada grave tampoco, al menos por ahora. Pero
es que le mentí en algo. Usted me dijo que le avisara si las pastillas me
generaban algún malestar o efecto alterno. Bueno, tengo que confesarle que hay
algunas pastillas que me hacen ciertas cosas. Anoté en un papelito los efectos
que me produjeron: una me dio náuseas, otra me dio comezón en los codos, otra
me provocó cosquillas en el diafragma y otra piel de gallina. No sé si seré
alérgica o algo, me veo en el espejo y no noto sarpullido ni manchas en ninguna
parte. Tal vez sean ideas mías y yo esté jodiéndolo, perdón, molestándolo
mientras usted disfruta con su familia. Perdón, no le pregunté si usted es
casado, no es que me quiera meter en sus asuntos, pero un hombre de su edad ya
debería haber encontrado alguien con quien pasar sus días. Le ruego me perdone.
Espero que vuelva pronto. En el consultorio ya no me atienden, no sé si la
muchacha está de vacaciones también o tiene detector de llamadas y no me quiere
atender. Bueno, lo mantengo al tanto por cualquier cosa. Saludos”. Fin del
mensaje.
Cuarto mensaje nuevo: “Doctor. Perdón que lo llame a las cuatro y veinte de
la mañana, pero no va a creer lo que acabo de descubrir. Bueno, en realidad no
lo descubrí recién. Lo vengo investigando desde hace un par de días esto que le
vengo a decir. Disculpe que no se lo haya dicho antes pero es que todavía tenía
mis dudas al respecto pero ahora estoy totalmente convencida. Las pastillitas
que usted me dio, las ocho en total, me producen cosas raras en el cuerpo, pero
rarísimas. Hay cosas que ni siquiera puedo explicarle, pero estuve anotando en
un cuadernito cada cosa que sentía. Los efectos son casi automáticos cuando me
tomo las pastillas y no duran más de cinco a diez minutos. No se preocupe que
no son nada graves pero es cosa de no creer. Le explico por si no se acuerda. Qué
se va a acordar, usted debe de tener demasiados pacientes como para acordarse
de mí. Usted me dió ocho pastillas a las que llamé P1, P2,
P3 y así hasta la ocho. Cuando me toca tomarme una pastilla no
siento nada, el tema empieza cuando a una misma hora me corresponden dos o más
pastillas. Le doy un ejemplo. La pastillita P1 y
la P3 juntas son las que me generan ese cosquilleo en el diafragma que le conté
la otra vez. La P2 y la P3 son las de la picazón en los codos. La P2 y la P4 son las
de piel de gallina. Y los efectos se repiten cada vez que se combinan las
mismas pastillas. Le sigo contando. La P5 y la P6 me dan
calambres en las piernas; P7
y P8, ataques de risa; P4, P5 y P8 ¡me dan
ganas de cantar la marsellesa, y ni siquiera me sé la letra! La busqué en
internet y todo porque el impulso es irrefrenable. A medida que son más las
pastillas los efectos parecen ser más potentes. Si combino P1, P3, P5 y P8 me
pongo automáticamente a saltar como una desquiciada. Me hizo pasar un papelón
en frente de mis amigas que creían que me iba a agarrar un ataque. Pero quédese
tranquilo, doctor, que ningún efecto fue nocivo. Me retracto de lo que le pedí
en los otros mensajes. No quiero cambiar de medicación. Estas pastillas me han
dado un nuevo pasatiempo con el que mantenerme entretenida. Lo mantengo al
tanto de la situación, doctor. Un abrazo”. Fin del mensaje.
Quinto mensaje
nuevo: “Buenos días doctor. Lo llamo para darle el parte del día. Estuve haciendo
unos cálculos para ver cuántas posibles combinaciones de pastillas hay y por
ende cuántos efectos diferentes me pueden provocar. Es una pavada sacar la
cuenta, aunque me costó un huevo entender lo que dice en wikipedia. Le explico,
yo tomo ocho pastillas, ¿no? Bueno, si quiero saber cuántas combinaciones de
tres pastillas puedo hacer de ese conjunto de ocho sin repetir en la
combinación la misma pastilla tengo que multiplicar ocho por siete por seis y a
eso dividirlo por tres por dos por uno. Si quiero saber cuántas combinaciones
de dos pastillas se pueden hacer hago ocho por siete dividido por dos por uno y
así con todas. Al final se suman todos los resultados y eso nos da el total de
combinaciones. Tenemos que sacar las pastillas que me tomo individualmente que
ya le dije no me producen nada en especial. Se va a caer de culo cuando escuche
las combinaciones totales que se pueden hacer, lo dejo adivinar un rato… tiempo,
¡247 combinaciones distintas! La verdad me decepcioné cuando vi el resultado,
esperaba un número mucho más grande como mil y pico. Doscientos cincuenta
efectos me suenan que son muy pocos y ya registré cerca de cincuenta. Ahora que
entramos más en confianza, Marcos, permitime tutearte. El otro día casi me
muero. Me tocó tomarme las pastillas P1 y P3, que son las que te conté que me dan
cosquillas en el diafragma, vos dirás en la panza, pero no, es más adentro, es
rarísimo. Bueno, dejame que te cuente. Me tomé la P1 y la P3 junto
con la P7. Para todo esto la P3
y la P7 juntas me habían dado… ay me muero de
vergüenza contándotelo pero vos sos médico y no te va a causar impresión, me
dieron colitis. Imaginate lo que pasó cuando me tomé la P1, la P3 y la P7 juntas…
¡Diarrea con ataque de cosquillas! Fue un desmadre de diez minutos eso. Pero bueno,
lo peor ya pasó y por suerte no son de las que más se repiten. Así que
cambiemos de tema, no quiero darte una mala impresión de guaranga nomás. Pero tengo
que confesarte que hay algunas que me generan cosas que hacía años no sentía. La
P4 con la P5, P6
y P8 me levantan la temperatura y la P2 con la P6, la P7 y la P8… ¡Ay,
no! Me muero de vergüenza contándote esto. Mañana te llamo para avisarte qué
más descubrí. La verdad que tus pastillitas hacen maravillas, Marquitos. Te
mando un beso. Nos vemos a la vuelta”. Fin del mensaje.
Sexto mensaje nuevo:
“Ay Marcos, no sabés qué emoción. Quiero compartir este momento con vos. Dentro
de treinta segundos me toca probar la combinación P1, P2,
P3, P6 y P8. Es la combinación más larga hasta ahora
desde que tomé todas las pastillas juntas. Me muero por curiosidad por saber
qué me van a dar ganas de querer hacer. ¿Visitar a mi hermana? ¿Leer Página/12?
¿Escuchar el aullido de un oso polar? ¿Treparme a un semáforo? Preparate Marcos,
ahí van… ¡Qué gusto a mierda que tienen estas pastillas! Y a ver cuándo
aparecés vos, pelotudo. ¿Qué tenés, un mes de vacaciones? Ojalá yo me pudiera
rascar la argolla como vos en vez de quedarme acá cagándome de frío y laburando
como una boluda. Dignate de atender el teléfono al menos si tenés huevos,
cornudo”. Fin del mensaje.
Séptimo mensaje
nuevo: “Marcos discúlpame. No quise ofenderte. No fui yo, fueron las pastillas,
te lo juro. Ay, no sé cómo pedirte perdón. Olvidate de lo de recién, olvidate. Te
prometo que no te llamo más. Adiós”. Fin del mensaje.
Octavo mensaje
nuevo: “Marcos, estuve sacando cuentitas de nuevo. Quería ver cuándo me iba a
tocar tomarme las ocho pastillitas juntas otra vez. La que tomo con menos
frecuencia es la P8 que es cada treinta y seis horas, y la de más frecuencia es la P1 que es
cada cinco horas y veinte minutos. Pero algunas son más jodidas como la P4 que es
cada nueve horas con trece minutos y la P5 cada diez horas con cuarenta y siete
minutos. La verdad es que todo lo hice para probar las ocho pastillitas de
nuevo. Cuando vos me las diste para que me las tomara todas juntas me hicieron
sentir, no sé… joven, linda, rejuvenecida. Me sentí como que volaba, ligera. Pero
ahora me siento decaída, me veo en el espejo lo gorda y vieja que estoy y
quiero sentirme como esa vez que me diste las pastillitas. Para serte sincera
hice un poquito de trampa, a veces me tomaba las pastillas un poco antes o
después de tiempo porque no calzaban con las otras y para ver qué me hacían.
Pero, vos también qué querés, si también algunas tienen unos horarios de
miércoles. Te decía que hice la cuenta para ver cuánto faltaba para tomarme
todas las pastillas juntas otra vez y… y… no pude, la calculadora de casa es
muy chota y salí a comprar una de esas científicas y tampoco pude y probé con
la computadora y los resultados me daban con coma y punto y no entiendo el
sistema yanqui de mierda este y busqué en internet pero no encontré la
solución. Pero seguro que la solución es eterna, tan larga como pensaba que
iban a ser las combinaciones, una serie infinita de números que no me alcanzaría
esta vida entera ni siete vidas más para decirte. Así que te pido disculpas,
pero voy a ir en contra de tu petición y me las voy a tomar todas, así, de un
saque. Necesito sentir ese fuego de nuevo, necesito sentirme mujer, sentirme
humana. Perdón…”. Fin del mensaje. Ese ha sido su último mensaje. Para repetirlos
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