domingo, 12 de noviembre de 2017

Mar adentro.

En este páramo, en el que el agua es el tesoro más preciado,
tu recuerdo inunda los surcos de mi pensamiento.
Manantial de cariño, oleaje de pasión,
la garganta solicita tu mar de besos.
Cierro los ojos y sueño con ser gondolero
que rema en las finas curvas de tu sonrisa y tu cintura.
Vuelvo a abrirlos y te veo, espejismo en el oasis de mi memoria.
¿Cuánto he de navegar hasta alcanzar tus orillas,
amarrarme en tus muelles, recorres tus puertos?

¿Cuánto tardaré, sirena melodiosa, en ahogarme nuevamente
en tu voz, en ser abrazado por profundas corrientes de amor?
Este Ulises resignado no conoce de Penélopes ni de Ítacas;
sin ceras ni ataduras persigue enceguecido con loca brújula tu ruta.
Neptuno fue caro aliado al presentarme a una de sus hijas.
Que ahora él me envíe un tifón; ¡te lo imploro!
Llévate este barco mío, retuércelo a la dirección correcta,
a la protección de sus brazos,
a la salvación de sus labios.