lunes, 13 de julio de 2015

El chico metafísico.

Un chico en el colectivo pregunta a los gritos
“¿Para qué sirve la luna?”.
Ese chico está perdido, ya no tiene futuro.
Habría que matarlo y construir uno nuevo, desde cero.
Ese desenlace sería menos nocivo para él y para el mundo.

Un chico que se pregunta por la utilidad de la luna
en lugar de preocuparse por lo que va a comer esa misma noche
no tiene razón de ser.
A los diez le angustiarán la pobreza y el hambre que aquejan África.
A los quince… ¡vaya a saber dios qué le espera a los quince!
A los veinte quizás ya esté a medio camino de recibirse de superhéroe en la universidad del buen samaritano.
Y a los veinticinco la vida ya lo habrá golpeado tantas veces contra el muro puntiagudo de la realidad
que no le quedarán fuerzas ni siquiera para pedir ayuda.

No, mejor matar a ese niño y crear uno nuevo
que se preocupe más por su estómago y por saber
si la luna es de queso y el sol de papel.